Si en 1956 y 1957 casi siempre tomaba el Pont Saint-Michel para cruzar el Sena, a partir de los 70 Gabriel García Márquez caminaba o más bien conducía por el Pont Royal cuando tenía tareas o negocios en el norte.
«Mi Gabriel llamaba soupe à la rigolade a una sopa que yo me inventaba cada día echando agua en una cazuela y añadiendo toda serie de especias, a falta de otra cosa, y un día que sólo teníamos una tisana de tila (un tanto pasada de tiempo) Gabriel dijo: “Esto sabe a procesión”. Eramos tan pobres que recorríamos París a pie por no tener para el metro.
¡Qué placer de nuevo rico tuvo 20 años después, cuando un día que estaba de visita en mi casa, y yo tuve la tontería de decir bromeando “con qué gusto me comería ahora un toast de caviar” (lo dije por decir algo) y Gabriel desapareció (yo creí que había bajado a comprar tabaco) y un cuarto de hora después volvió con un kilogramo del más blanco Belga comprado en la Madeleine».
Tachia Quintana de Rosoff, «Mi Gabriel nunca fue Gabo», Gabo en París. Homenaje 2007 (París, Embajada de Colombia, 2007).
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