
El joven escritor Aub pasa y vuelve a pasar por esta plaza en varias de sus obras: en el texto «Prehistoria 1928» que Aub publica en la revista literaria Murta en 1932; luego en El Discurso de la plaza de la Concordia, monólogo escrito en 1950, en el que un relojero suizo interpela a Stalin y a Truman, inmóviles y silenciosos a ambos lados opuestos de la plaza, para exigirles que encuentren una salida al conflicto de la Guerra Fría.
En las calles hay el silencio transparente de la noche y el deambular de los dos amigos. Un balcón se abre con un grito. Una mujer se tira por la ventana y cae en los brazos de I.: C. Desvanecimiento. ¿Qué hacer? Un taxi, a dar vueltas, por la plaza de la Concordia.
(Max Aub, «Prehistoria 1928»)
A esta plaza la llaman plaza de la Concordia, porque aquí cortaron muchas cabezas.
(Max Aub, Discurso de la plaza de la Concordia)