
La plaza de la Bastilla es un emblemático enclave, símbolo del estallido popular de la Revolución francesa el 14 de julio de 1789, en la que un nutrido grupo de españoles participó en los momentos clave, en busca de ideas liberales para modernizar España, donde persistían la Inquisición, la monarquía divina y prácticas feudales.
La toma de la prisión que en este lugar se erigía y que fue destruida marcó el inicio del proceso que cambió la mentalidad y el mapa del Viejo Continente.
Hoy en día todavía pueden observarse vestigios del antiguo presidio en la estación de metro de la plaza, Bastille, junto a una placa, y en uno de los bordes de la propia plaza, en la que unas filas de adoquines dibujan a modo de recuerdo el plano de una parte del edificio.