A la celda número 13 de esta antigua prisión fueron a parar el poeta andaluz José Marchena y su amigo Riouffe el 16 de octubre de 1793. Era el lugar de paso rumbo a la guillotina. Ante la amenaza de la muerte respondieron con humor, inventándose un dios y burlándose tanto del clero como de sus carceleros.
«Inventaron una religión a la medida de su calabozo. Un cómico dios llamado Ibrascha, un credo que era la suma explosiva de ideales humanistas y de evocaciones de un cristianismo antieclesial. E idearon rituales y oraciones para ejecutar ante un altar imaginario».
La epopeya de los locos, de José Manuel Fajardo