Este lugar, junto a le Marais, Belleville o Pantin que tienen poca relación entre sí, es uno de los lugares posibles por donde deambularía la Maga cuando Horacio no se la tropezaba.
«Su fina cara de translúcida piel se asomaría a viejos portales en el ghetto del Marais, quizá estuviera charlando con una vendedora de papas fritas o comiendo una salchicha caliente en el boulevard de Sébastopol (…) En fin, no es fácil hablar de la Maga que a esta hora anda seguramente por Belleville o Pantin, mirando aplicadamente el suelo hasta encontrar un pedazo de género rojo».
Rayuela (capítulo 1)