Lugares de la ruta Cervantes sobre Unamuno en París.
Entrevista a Colette y Jean-Claude Rabaté, biógrafos de Unamuno
29 de septiembre de 1864: Nace en Bilbao, en la calle de la Ronda, Miguel de Unamuno y Jugo, tercer hijo de Félix de Unamuno y Larraza y de su sobrina Salomé de Jugo y Unamuno.
1873: Sitio y bombardeo de Bilbao por los carlistas entre el 21 de febrero y el 2 de mayo; deja una impronta indeleble en la memoria del niño.
1875: En octubre empieza sus estudios de bachillerato en el Instituto Vizcaíno. Al mismo tiempo acude a las clases de dibujo del pintor Lecuona.
1876: Unamuno y un amigo suyo escriben al rey Alfonso XII una carta amenazadora y anónima, para protestar contra el decreto de Cánovas que abolía los Fueros del País Vasco.
1880: Después del bachillerato sale para Madrid a estudiar en la Universidad Central. Publica en El Noticiero Bilbaíno su primer artículo.
1881: Vive momentos de crisis religiosa y en febrero deja de ir a misa.
1884: Se doctora con una tesis titulada Crítica del problema sobre el origen y prehistoria de la raza vasca. Empieza a enseñar Latín como interino y da clases particulares mientras prepara oposiciones a diversas cátedras.
1885: Empieza a publicar artículos en la revista Vizcaya y en El Noticiero Bilbaíno.
1889: Viaja a Italia y Francia gracias a un tío suyo (visita Marsella, Florencia, Roma, Nápoles, Milán, Lucerna, Ginebra y París).
1891: El 31 de enero se casa en Guernica con Concepción Lizárraga Ecenarro. En la primavera, gana las oposiciones a la cátedra de Lengua Griega de la Universidad de Salamanca después de cinco fracasos.
1894: Se afilia al PSOE e inicia sus colaboraciones en el semanario La Lucha de Clases.
1895: Publica los cinco primeros ensayos que formarán su libro En torno al casticismo.
1897: En el mes de marzo sufre una crisis de conciencia que cuenta en su Diario íntimo. Publica Paz en la guerra.
1898: Es nombrado catedrático de Literatura Griega, en la Universidad de Salamanca. Hace traducciones y publica artículos en periódicos y revistas para combatir la penuria económica.
1900: Empieza sus colaboraciones en La Nación de Buenos Aires. Es nombrado por real orden rector de la Universidad de Salamanca.
1901: El 26 de agosto, pronuncia un discurso que causa un gran escándalo en los Juegos Florales de Bilbao. Muere su hijo hidrocefálico Raimundín.
1904: Recibe, como rector, al rey Alfonso XIII en la Universidad de Salamanca. Empieza a escribir La vida de don Quijote y Sancho, que publica al año siguiente.
1907: Publica su primer libro de Poesías.
1908: Recuerdos de niñez y mocedad.
1910: Primer viaje a Canarias. Publica al año siguiente su Rosario de sonetos líricos.
1913: Del sentimiento trágico de la vida. sus campañas políticas por el campo charro, predicando un socialismo agrario.
1914: Publica Niebla. Destitución de su puesto de rector. Conferencia en el Ateneo sobre «Lo que debe ser un rector en España».
1917: Mitin en la plaza de toros de Madrid, con políticos de izquierdas, en favor de los aliados en la Gran Guerra. Visita el frente, en Udine (Italia), en compañía de otros intelectuales españoles, invitados por los aliados.
1920: El Cristo de Velázquez. Es procesado en Valencia por supuestas injurias al rey de España en El Mercantil Valenciano y, condenado a 16 años, queda en libertad provisional. Es candidato a Cortes por los republicanos y socialistas de Vizcaya, pero no sale elegido.
1921: La tía Tula. Se le nombra vicerrector de la Universidad de Salamanca.
1922: Visita al rey en Madrid en el palacio de la Zarzuela.
1924: Deportación a Fuerteventura. Gracias a la ayuda de Henri Dumay, director del diario francés Le Quotidien, huye de la isla para desterrarse voluntariamente en París. Se instala en una pequeña pensión de la calle Laperouse. Sigue escribiendo su diario poético del destierro, De Fuerteventura a París, y emprende la redacción de La agonía del cristianismo. Frecuenta la tertulia del café de la Rotonde y participa en la publicación de España con Honra, con Eduardo Ortega y Gasset y Vicente Blasco Ibáñez.
1925: Se traslada a Hendaya.
1926: Versión francesa de Cómo se escribe una novela.
1927: Colaboración en las Hojas Libres de Eduardo Ortega y Gasset en Hendaya. Redacción del Romancero del destierro. Retraduce del francés Cómo se escribe una novela, publicada en Buenos Aires.
1928: Empieza a escribir su Cancionero, que continuará hasta su muerte.
1930: A raíz de la caída de la dictadura militar, Unamuno vuelve a España. Da conferencias en el Ateneo de Madrid y en el cine Europa.
1931: Elegido como concejal de Salamanca por la coalición republicano-socialista. El 14 de abril, proclama la República desde el balcón del Ayuntamiento. Es elegido diputado a Cortes y nombrado rector de la Universidad.
1932: Colaboraciones en Ahora</em. >Postura cada vez más crítica frente a la República.
1933: Fallece su hija Salomé. Publica San Manuel Bueno, Mártir y tres historias más. Adaptación de Medea en el teatro romano de Mérida (Badajoz).
1934: Doctor Honoris Causa por la Universidad de Grenoble (Francia). Muere su mujer, Concha. Acto de su jubilación y nombramiento como rector vitalicio de la Universidad de Salamanca.
1935: Asiste al mitin del líder falangista José Antonio Primo de Rivera en Salamanca. Viaja a París para la inauguración del Colegio de España y es nombrado Ciudadano de Honor de la República española.
1936: Doctor Honoris Causa por la Universidad de Oxford (Gran Bretaña). Declaraciones públicas de apoyo al levantamiento. Es nombrado Concejal del primer Ayuntamiento de los rebeldes. El 12 de octubre, en un acto en el Paraninfo de la Universidad, adopta una posición fuertemente crítica frente al levantamiento militar. Destituido de todos sus cargos, se encierra en su casa de la calle Bordadores vigilado estrechamente por los nacionales. Muere el día 31 de diciembre.
1937: El uno de enero el funeral de Miguel de Unamuno se convierte en un acto oficial falangista.
Miguel de Unamuno tiene un primer contacto de con París en 1889, cuando visita la Exposición Universal. Estrena la torre Eiffel y sube hasta el último piso para divisar la Ciudad Lumbre. Vuelve a la capital francesa el 28 de julio de 1924, y se instala en el número 2, Rue La Pérouse, cerca del Arco de Triunfo. Suele leer tendido en la cama de su cuarto, su «jaula» pero su vida no sólo es contemplativa y no se siente completamente aislado, pues tiene un programa apretado. Acude a diversas recepciones y tertulias, tiene citas con editores y traductores porque está decidido a aprovechar esta estancia parisina para difundir por Europa sus escritos y consolidar la fama que le valió su actitud aliadófila con más de 600 artículos escritos durante la primera Guerra Mundial. El autoexiliado afirma que viene «a aprender y no a enseñar, a ser juzgado y no a juzgar»; por lo tanto asiste por ejemplo al Tercer Congreso Internacional del Pen-Club Internacional (sociedad mundial de escritores) cuyo presidente español es Pérez de Ayala. Allí encuentra a Paul Valéry, Georges Duhamel, Luigi Pirandello, James Joyce, el mejicano Alfonso Reyes, etc. En los últimos días de julio de 1924, participa también en un homenaje al socialista francés Jean Jaurès.
Muy pronto, siente la necesidad de juntarse con sus compatriotas y acude ritualmente a la tertulia del café de la Rotonda del barrio de Montparnasse para instalarse entre la una y las tres y media en la terraza soleada. Toma habitualmente el metro a la ida pero suele volver andando desde el barrio latino; cruza el Jardín del Luxemburgo, pasa por el Boulevard Saint Michel, las Tullerías y remonta los Campos Elíseos, a poca distancia de su hotel-pensión del distrito 16, lo que supone, según sus cálculos, unos cincuenta minutos. Es una especie de cuartel general de la resistencia a la Dictadura de Miguel Primo de Rivera y los líderes son Eduardo Ortega y Gasset, Carlos Esplá, Vicente Blasco Ibáñez y Miguel de Unamuno. A finales de 1924, sale el semanario España con honra en un taller del barrio de Montparnasse y todos colaboran en él para luchar desde fuera contra el Dictador, apodado «el ganso real» por Unamuno, que le tiene un odio visceral.
Pero la acción política no ocupa todos los días del desterrado. Escribe a menudo a su familia —sobre todo a su esposa Concha— y a sus corresponsales españoles o europeos para arreglar la traducción de sus obras; se cartea también con colegas o amigos hispanoamericanos y norteamericanos que le invitan a dar clase en sus universidades. Dedica una parte de su tiempo a escribir novelas o poemas así como artículos que manda principalmente a la revista argentina Caras y Caretas. Pero se niega a publicar artículos políticos en España, ya que no quiere «pasar por el aro» de la censura militar.
Aunque reconoce que París es «el Arca de Noé de la civilización y de la historia», confiesa a ratos que no está a gusto en los bulevares, perdido en el «mareo» y el tumulto de la corriente humana, y no soporta el clima de la capital gala, con su cielo que es como un charco. Toma el metro pero las estaciones soterrañas le parecen horribles y le producen una honda tristeza porque le recuerdan aún más su condición de desterrado.
Afortunadamente, consigue descubrir unos «remansos» de paz como la plaza de los Estados Unidos, al lado de su hotel, la Plaza de los Vosgos, la del Palacio Real, la Isla de san Luis, los jardines del Luxemburgo… Pero si bien estos «lugares amenos» le seducen por la quietud que le procuran, le infunden una honda añoranza y van surgiendo imágenes de su España lejana: amamanta los ojos con la visión de la augusta cumbre de Gredos, de la carretera de Zamora; reconstruye su Bilbao natal con el río Nervión, la plaza Nueva, el café Suizo. Finalmente, la gran ausente es la dorada Salamanca, cuya imagen le invade y casi le obsesiona: las riberas «soñolientas» del Tormes, el «bendito» campo de San Francisco donde oía el canto del ruiseñor, la reposada «llanura de pan llevar», la Plaza Mayor. Echa también de menos su entrañada isla de Fuerteventura donde su corazón «ha echado raíces incorruptibles» y donde «la mar ha cantado a [su] soledad y [se] la ha encantado».
Miguel de Unamuno sale de París el 22 de agosto de 1925 para instalarse en Hendaya. Durante los trece meses de su destierro parisino, a pesar de la morriña y de una intensa vida social, si bien Unamuno ha resuelto no publicar nada en España, su labor literaria y periodística no es insignificante: acaba de redactar La agonía del cristianismo y Cómo se hace una novela, ha colaborado en Le Quotidien, Les Nouvelles Littéraires, en el semanario España con honra; tiene compuestos los 35 sonetos de París y algunos poemas del Romancero del destierro, ha publicado diez ensayos en la revista Caras y caretas de Buenos-Aires y ocho en Nuevo mundo de Madrid.
Con todo, al llegar a Salamanca después de 6 años de destierro, promete emocionado a su fiel amigo y traductor, Jean Cassou que volverá a París de Francia. Y este nuevo encuentro con París en 1935, con motivo de la inauguración del Colegio de España, reaviva el recuerdo del exilio con sus tres lugares favoritos: la isla de San Luis, la plaza de los Vosgos y el Palais Royal que llegan a simbolizar lo secular, lo inconmovible de Francia, de la Francia «francesa, provinciana, aldeana, terruñera».
Miguel de Unamuno tiene una última ocasión de volver a ver París, en su viaje de vuelta de Inglaterra, después de recibir la distinción de Doctor honoris causa en la universidad de Oxford. Sólo recoge la imagen de un «cielo gris lloviendo» hasta en una de las cuartetas que compone a principios de marzo de 1936, pero, a pesar de todo, quizá la imagen de la Ciudad Lumbre consiga por última vez «iluminar[le] recuerdos, encender[le] ensueños».
Los entrañables y contrastados vínculos entre Miguel de Unamuno y París se inscriben en el marco de dos fechas claves: 1889 y 1936. Oscilan entre la fascinación del joven, seducido por la «ciudad lumbre» con la recién estrenada Torre Eiffel y la añoranza de un anciano ya agotado, testigo en 1935 de otro estreno, el del Colegio de España, en la Ciudad Universitaria parisiense; durante un breve y último viaje, a finales de febrero de 1936, afloran los recuerdos de la amarga pero fecunda experiencia del destierro, entre julio de 1924 y agosto de 1925.
Durante trece meses, el contacto cotidiano con la capital gala despierta en el desterrado sentimientos contradictorios de admiración y rechazo. Por una parte, como antaño en Madrid, no se siente a gusto en los bulevares, perdido entre autos y tranvías, en el «mareo» de la corriente humana. No le deja dormir en paz «el traqueteo de los autos»; no le gusta tampoco el clima de París pues los días de sol no son muchos y suele leer tendido en la cama del cuarto del hotel, su «jaula».
Durante los momentos de nostalgia, se refugia en sus «paisajes del alma», redactando para la revista argentina Nuevo Mundo unos artículos titulados «Salamanca en París», «Montaña, cielo y mar». Paradójicamente piensa en Gredos cuando ve la torre Eiffel al cruzar el Sena en metro; del mismo modo, en el parquecito de los Estados Unidos, cerca de su hotelito, cierra los ojos para ver mejor el salmantino campo de San Francisco. En el momento de la apertura del curso universitario, recuerda su aula ; le invade de nuevo la imagen de Gredos, «la sierra matriz de Castilla», y le obsesiona la angustia de morir lejos de su patria: «¡Visión eterna la de Gredos! Eterna, sí; y no porque haya de durar por siempre ¿la llevaré conmigo bajo tierra cuando me arrope para el sueño final en ella?, sino porque está fuera del tiempo, fuera del pasado y del futuro, en el presente inmóvil, en la eternidad viva». (I, 570-572)
Por otra parte, no deja de fascinarle París, capital de la intelectualidad, donde entabla relaciones con célebres editores y escritores franceses, europeos e incluso hispanoamericanos. Su postura aliadófila durante la Gran Guerra así como su buen conocimiento del francés le abren puertas y su obra va adquiriendo una dimensión internacional. Acude a las reuniones del Pen Club, —asociación Internacional de Escritores de unos 18 países—, y a casa de Madame Aline Ménard-Dorian, quien anima uno de los salones más brillantes de París, una fortaleza del dreyfusisme frecuentada por hombres de letras, artistas y varios diputados republicanos entre los cuales Georges Clémenceau. También le atraen y le asombran los jóvenes «melenudos» que frecuentan los cafés de Montparnasse commo La Coupole o le Dôme.
Al fin y al cabo, la experiencia parisina es «fecunda» y, de vuelta a Salamanca, a finales de febrero de 1930, le confiesa a Jean Cassou, su traductor y amigo: «De mis trece meses de París me he traído ante y sobre todo a usted. Volveré a esa pero no ya como desterrado, no a aquellos ansiosos días de mortal expectativa, volveré a esa donde tantos recuerdos y tantos afectos he dejado, volveré a París de Francia».
En abril de 1935, cumple con la palabra dada a Jean Cassou y regresa a París, para participar en la inauguración del Colegio de España en la Ciudad Universitaria. La estancia en la capital francesa también reaviva recuerdos del exilio diez años atrás con sus tres lugares favoritos: la isla de San Luis, la plaza de los Vosgos y el Palais Royal, «lo secular, lo inconmovible de Francia, de la Francia francesa, provinciana, aldeana, terruñera» (VIII 1230-1231).
En febrero de 1936, pasa dos días muy agradables en París gracias al embajador de España Juan Francisco Cárdenas, y de vuelta de Oxford, nos deja una última visión de la capital francesa, empapada de una tristeza y una soledad que son las de un anciano agotado:
El cielo de la ciudad
Por los tejados ceñido,
Sin campos verdes, perdido
En remota soledad.(OCE, VI, 1418)
Los 14 puntos de la ruta de Miguel de Unamuno se extienden por un recorrido de aproximadamente nueve kilómetros por las dos grandes partes de la capital francesa, la orilla derecha y la izquierda.
Otros dos puntos, distantes de los anteriores, el Colegio de España y el Cementerio Père Lachaise, se encuentran fuera del itinerario propuesto pero se recomienda su visita, sobre todo en el caso del Colegio de España, en cuya inauguración participó Unamuno.
La ruta comienza en el selecto distrito dieciséis de la capital francesa, en el desaparecido hotel Novelty, en el que el escritor y filósofo residió durante el año de exilio que vivió en París, en 1924.
Sin embargo, si se desea hacer caminando, lo más recomendable es comenzar el itinerario en el Arco de Triunfo, y seguir el recorrido hacia el suroeste, por la Plaza de los Estados Unidos y el antiguo hotel Novelty, muy cercanos entre sí, y cercanos del Arco, distante en apenas cuatrocientos metros.
Los dos puntos siguientes son la estación de metro de Passy, que por comentario del propio Unamuno, suponemos que frecuentó para tomar el metro hacia su tertulia de todos los días en un café del barrio de Montparnasse. Descendiendo la colina en la que se encuentra la estación de metro, llegamos al puente de Bir-Hakeim, que nos sirve para ver un tramo del río Sena, otro de los puntos de la ruta que Unamuno describe, y en particular la «Isla de los cisnes», un islote al que se accede desde la mitad del puente y que Unamuno menciona.
Atravesando el propio puente llegamos a la Torre Eiffel, el siguiente lugar, que inaugura el trayecto del recorrido por la «rive gauche», la margen izquierda del Sena. Desde allí será preciso realizar un largo paseo, de dos kilómetros, o tomar un medio de transporte, para llegar al célebre café de la Rotonde, un punto clave de la ruta.
No muy lejos de la Rotonde se encuentra el siguiente punto, el Jardín de Luxemburgo, el cual se puede bordear por la calle Auguste Comte o atravesar en parte rumbo al punto número nueve del recorrido, la Escuela Nacional Superior, ubicada cerca, en pleno barrio universitario. Al siguiente, el Jardin des Plantes, también se puede llegar fácilmente caminando.
Desde allí, es preciso cruzar el río, preferiblemente por el puente de Sully, que atraviesa la isla de Saint-Louis, otro de los lugares favoritos de Unamuno por su tranquilidad, aunque no incluido en la ruta, para llegar a la Plaza de los Vosgos.
Una vez terminada la visita de la Plaza lo más recomendable es tomar la céntrica calle de Rivoli que da acceso a los tres últimos puntos de la ruta: la iglesia de St Germain l’auxerrois, el Palais Royal y la Plaza Vendôme. Los tres lugares se encuentran cerca de esta arteria y sólo será necesario desviarse unos metros y tomar una calle para llegar a ellos desde la rue de Rivoli.
Escritos de Miguel de Unamuno
UNAMUNO, M. de, En el destierro (Recuerdos y esperanzas), edición y estudio preliminar de Manuel García Blanco, Madrid: Pegaso, 1957.
UNAMUNO, M. de, De Fuerteventura a París, en Obras completas, Madrid: Editorial Escelicer, vol. I, 1966, pp. 567-574.
UNAMUNO, M. de, «En el destierro. Recuerdos y esperanzas», «Aspectos de París», pp. 599-643) en Obras completas, Madrid: Editorial Escelicer, vol. VIII, 1966, pp. 571-709.
UNAMUNO, M. de, De Fuerteventura a París. Diario íntimo de confinamiento y destierro vertido en sonetos< (1925), prólogo de Gregorio San Juan, Bilbao: Edición El Sitio, 1981. UNAMUNO, M. de, Romancero del destierro (Entre París y Hendaya 1925-1927), edición, introducción y notas de D. Robertson y José M.a González Helguera, Bilbao: Edición El Sitio, 1982.
UNAMUNO, M. de, Manual de quijotismo. Cómo se hace una novela. Epistolario Miguel de Unamuno/Jean Cassou, estudio preliminar de Bénédicte Vauthier, Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 2005.
UNAMUNO, M. de, Cómo se hace una novela y otras prosas, edición de Domingo Ródenas, Barcelona: Crítica, 2006.
UNAMUNO, M. de, Cómo se hace una novela, edición de Teresa Gómez Trueba, Madrid: Ediciones Cátedra, 2008.
UNAMUNO M. de, artículos de España con Honra (1924-1925), en Urrutia León Manuel María, Cuadernos de la Cátedra Miguel de Unamuno, vol. 47, 2009, pp. 199-234.
UNAMUNO, M. de, Comment se fait un roman, traduction de B. Vauthier et M. Garcia, Paris: Editions Allia, 2010.
UNAMUNO, M. de, Cartas del destierro (Entre el odio y el amor), edición de Colette y Jean-Claude Rabaté, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 2012.
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URRUTIA SALAVERRI, Louis, «Unamuno frente a la Dictadura», Cuadernos de la Cátedra Miguel de Unamuno, vol. XXIX, 1994, pp. 189-204.
Inicio:«Novelty» Family hotel |
Fin:Plaza Vendôme |
«Esta ciudad lumbre me alumbra mi pasado»
Unamuno viajó tres veces a su ciudad «lumbre». En 1889, para la Exposición Universal y en 1935 para la inauguración del Colegio de España. Pero su paso más largo, fecundo y amargo fue como exiliado, tras huir de Canarias, en 1924, un «destierro» de 13 meses, en el que añoró profundamente Salamanca.
«Novelty» Family hotelLugar # 1 | rue La Pérouse 2 | 75016 | ParísUnamuno se instala el 31 de julio de 1924 en este «recogido hotel familiar», en el que pasa horas enteras solo. |
Plaza de los Estados UnidosLugar # 2 | Place des États Unis | 75016 | París«A este parquecito suelo bajar enteramente solo (…) Allí sueño y reveo aquel Campo de San Francisco, de mi Salamanca». |
Arco de TriunfoLugar # 3 | Place de l'étoile | 75008 | ParísEl Arco de Triunfo, al que Unamuno suele llamar «Arco de la Estrella», es para el escritor una fuente de inspiración de un soneto pero también de crítica. |
Estación de metro de PassyLugar # 4 | rue de l'alboni, 75016 | 75016 | París«Una estación del metro, iluminada por luz eléctrica, entre túneles, es una de las cosas más tristes que ofrece eso que llaman el progreso (…) En ninguna otra parte de París siento tan profundamente el destierro». |
El SenaLugar # 5 | Pont de Bir-Hakeim | 75016 | ParísPara Unamuno, «el Sena no es un río sino un canal; es ya, como la Torre Eiffel, un artefacto». |
Torre EiffelLugar # 6 | Champ de Mars | 75007 | ParísEn 1889, en su primer viaje a París Unamuno subió a la Torre Eiffel «recién estrenada». |
La RotondeLugar # 7 | bd Montparnasse 105 | 75006 | París«Ese café de la Rotonda es aquel adonde vamos los que nos dicen conspiradores (…) a hablar de España y a soñarla con españoles». |
Jardín de LuxembourgLugar # 8 | rue Guynemer 5 | 75006 | ParísUnamuno solía cruzar el Jardín. La naturaleza bajo el sol del otoño parisino decía que le recordaba «escenarios salmantinos entrañables». |
La Escuela Nacional SuperiorLugar # 9 | Rue d'Ulm 45 | 75005 | ParísDurante una charla en este lugar, a Unamuno le invade el llanto al recordar las clases que impartía a sus estudiantes salmantinos. |
Jardin des PlantesLugar # 10 | Quai St Bernard | 75005 | ParísEcole Nationale Supérieure des Arts Décoratifs, Rue d’Ulm, París, Francia |
Plaza de los VosgosLugar # 11 | Place des Vosges | 75004 | París«En París, uno de los lugares en que iba a refugiarme para gustar de una dulce soledad era la plaza de los Vosgos». |
Iglesia de St. Germain l'AuxerroisLugar # 12 | place du Louvre 2 | 75001 | ParísUnamuno elogia este templo y opone las iglesias a los museos de París porque éstas «tienen historia mientras que los museos encierran arqueología». |
Palais Royal-Le Grand VéfourLugar # 13 | Rue de Beaujolais 17 | 75001 | París«Durante mi destierro voluntario solía ir de vez en cuando a almorzar a un encantador cafetín de un rincón del Palais Royal». |
Plaza VendômeLugar # 14 | Place Vendôme | 75001 | París«Fui a la Plaza y no encontré la sombra de mi espíritu de los veinticinco años, (…) al que fui y mucho menos al que podría haber sido si hubiese venido acá en parisería». |
Cementerio Père-LachaiseFuera de ruta A | boulevard de Ménilmontant 8 | 75020 | ParísCuando quiere huir de los «sucesos», Unamuno visita el cementerio del Père Lachaise que le ofrece un lugar idóneo para olvidar que está lejos de su tierra. |
Colegio de EspañaFuera de ruta B | Boulevard Jourdan 7 E | 75014 | ParísEn abril de 1935, Unamuno realizó su último viaje a París para acudir a la inauguración del Colegio de España en París a la que asistieron otras grandes personalidades como José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón y Juan de la Cierva. |
Una tarde, Blasco Ibáñez, canta, delante de Miguel de Unamuno, las excelencias de París. Con amabilidad, empuja a Unamuno hacia la vidriera del balcón de la habitación del hotel del Louvre. La perspectiva es magnífica: todo lo largo de la avenida de la Opera a las cinco de la tarde cuando el sol pone reflejos de oro en las grandes lunas y el majestuoso edificio de la música…
¿Qué tiene usted que objetar de esto, don Miguel? Pregunta Blasco. Este es, sin duda, uno de los lugares más hermosos del mundo. ¿Qué echa usted aquí de menos?
Miguel de Unamuno se vuelve de espaldas, se mete las manos en los bolsillos del pantalón y dice con la mayor naturalidad:
—¿Qué es lo que echo de menos en este lugar? ¡Gredos!
Al día siguiente, comentando esta réplica de don Miguel, me dice Blasco:
—Comprenda usted que es un hombre absurdo. ¿Qué tiene que ver Gredos con la avenida de la Ópera? Es como si quiere comparar la cabra hispánica con una de estas mujeres tan graciosas que aquí, en París, nos sonríen sin conocernos.
(Francisco de Cossío, Confesiones, cap. XXXI, Madrid, 1959)
Miguel de Unamuno «buscaba en París su Salamanca» que encontraba en «lugares tranquilos» de la capital francesa como el Jardín de los Estados Unidos, la Plaza de los Vosgos o el Jardín de Luxemburgo destacan los autores de la ruta, los profesores Jean-Claude y Colette Rabaté, expertos en la figura y la obra de Unamuno y autores de varios libros sobre el escritor e intelectual.
Sin embargo, el lugar más frecuentado del autor Del sentimiento trágico de la vida era un legendario café-restaurante del barrio de Montparnasse que hoy sigue abierto: la Rotonde, en donde tomaba café todos los días y participaba en una tertulia frecuentada por intelectuales «conspiradores» contra la dictadura de Primo de Rivera, entre ellos Vicente Blasco Ibáñez y Eduardo Ortega y Gasset.
«Cuando paso por delante de la Rotonde tengo la imagen de Unamuno sentado en la terraza de ese lugar que no ha cambiado. Me lo imagino allí tomando su café» comenta Jean-Claude Rabaté.
https://paris.cervantes.es/
7, Rue Quentin Bauchart
75008 París
Francia
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