
A su llegada a París, Joaquín Rodrigo vivió en casa del pintor valenciano Francisco Povo (1889-1960), quien ya exponía en las mejores galerías del momento.
Conocí al pintor Povo que usted conoce. Este señor conocía mucho a mi mamá, por lo tanto, con una exquisita amabilidad que nunca agradeceré bastante, se ha apresurado a poner su casa a mi disposición, casa grande, confortable […]
Corremos toda la casa y trabajo en el salón, donde está la estufa central y el piano sobre el bulevar de Estrasburgo. He dicho trabajo por decir algo; junto a una chimenea que, por añadidura, está al lado de un diván y teniendo por fondo los grandes boulevards, ¿quién trabaja, querido don Eduardo? ¿Comprende Vd. mis vivas a París?
(Carta de Joaquín Rodrigo a Eduardo López-Chávarri, 10 de noviembre de 1927)
En esta misma carta, el pintor Francisco Povo escribe unas letras:
Ya sabe usted que junto a mí tengo a un nuevo amigo que parece ya viejo, tanto estamos identificados en todo. Joaquín Rodrigo es la amabilidad en pijama, y lo mismo ejecuta maravillosamente trozos de música suya y de los demás que me gana dos francos al tute. Mi mujer está encantada de su música y yo encantado de regalar mis oídos mientras pinto.
(Carta de Joaquín Rodrigo a Eduardo López-Chávarri, 10 de noviembre de 1927)