
Joaquín Rodrigo siempre sintió fascinación por los jardines; y es por los Jardines de Luxemburgo por donde paseaba, en 1939, de camino a su domicilio en la rue de Saint Jacques, cuando regresaba de visitar a su esposa, que se encontraba en el hospital.
El Concierto de Aranjuez es tan francés que no extrañaría a nadie que se hubiera llamado Concierto de los Jardines de Luxemburgo por el parque parisino que inspiró a Rodrigo su último movimiento.
(«Semblanza de compositores: Joaquín Rodrigo», Javier Suárez-Pajares, Fundación Juan March)