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Las huellas de la cultura en español

place de Fontenoy

9 | UNESCO
place de Fontenoy 7 | 75007 | París

El nombramiento como agregado cultural y delegado adjunto ante la Unesco en 1972 condujo a Ribeyro a trabajar en el famoso edificio en forma de estrella trimembre. Alida de Ribeyro comenta que los demás embajadores y el personal diplomático siempre admiraron la concisión de sus ponencias y su capacidad de síntesis: «A Julio Ramón le llegaban cartas de los embajadores de otros países que lo felicitaban por el lenguaje que utilizaba, por las ideas tan claras que tenía. Hacía un análisis en 3 minutos, no se tomaba 10 horas para explicar las cosas. Tenía una educación francesa» (Entrevista en casa suya del 09/08/12). Sin embargo, este inesperado nombramiento lo condujo a frecuentar la crema diplomática pero también a constatar nuevamente la absurdidad kafkiana que reina en ciertas estructuras de poder.

«A los cuarenta he llegado a una situación que nunca pude antes prever (…). No sólo Agregado cultural en la ciudad más codiciada del mundo, sino Delegado adjunto ante la Unesco. Este último cargo, gracias a una serie de azares, me ha permitido además acceder como suplente a lo que se llama el Consejo Ejecutivo, y más aún, al Comité Especial de dicho Consejo, especie de supergabinete de la Unesco, donde sólo figuran quince representantes de todo el mundo. Me codeo con eminencias de la India, Francia, Suecia, Brasil, Reino Unido, Alemania, Estados Unidos, Egipto, etc., viejos zorros unesquianos que no podrán menos que preguntarse cómo un hombre de mi edad puede asistir a sus debates y discutir sus opiniones. Mi cuento «La insignia» se realiza. Pues la verdad es que yo sé poquísimo de esta organización a cuyo círculo más hermético he penetrado».

(La tentación del fracaso, 23/04/72, Barcelona, Seix Barral, 2003, p.375)

Progreso en ruta

Julio Ramón Ribeyro