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Las huellas de la cultura en español

Lugares de Ribeyro

Lugares representativos de la presencia de Julio Ramón Ribeyro en París.

Entrevista a Alida de Ribeyro

Entrevista a Alida de Ribeyro, viuda de Julio Ramón Ribeyro.

Cronología

31 de agosto de 1929: Nace Julio Ramón Ribeyro en Lima. Es hijo de Julio Ribeyro y de Mercedes Zúñiga y fue el primero de cuatro hermanos (dos hombres y dos mujeres). Pertenece a una familia miraflorina de clase media cuyos ancestros por el lado paterno remontan al inmigrante gallego, don Melchor Ribeyro, llegado al Perú a fines del siglo XVIII. Su tatarabuelo fue Rector de la Universidad de San Marcos, Presidente de la Corte Suprema de Justicia y Ministro de Asuntos Exteriores y su bisabuelo y abuelo ocuparon cargos de similar importancia. La infancia y la adolescencia de Ribeyro transcurren bajo la sombra de este prestigioso abolengo pero sin los mismos recursos económicos.

1946: Termina la secundaria en el Colegio Champagnat de Miraflores e ingresa a estudiar Letras y Derecho en la Pontificia Universidad Católica del Perú.

1948: Publica su primer cuento «La vida gris» en la revista Correo Bolivariano.

1952: Es becado por el Instituto de Cultura Hispánica para estudiar periodismo en España. Ribeyro parte de Lima un 20 de octubre de 1952, en el Américo Vespucci, y llega a Barcelona el 14 de noviembre de 1952.

1953: Se le termina la beca y viaja a París con la intención de hacer una tesis sobre las ideas políticas de Flaubert en la Sorbona. No la termina y se aleja de los estudios literarios.

1955: Estancia en Múnich (Alemania) y redacción de la novela Crónica de San Gabriel. Se publica en Lima Los gallinazos sin plumas, cuyo cuento principal —el que le da el nombre al libro— es quizá el más conocido de Ribeyro.

1957: Viaja a Amberes (Bélgica), invitado por Paul Schneidewind, para trabajar en la fábrica de productos fotográficos Gevaert.

1958: Primer regreso al Perú para enseñar en la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, en Ayacucho. Publicación de Cuentos de circunstancias.

1960: Publicación de su primera novela, Crónica de San Gabriel. Gana el Premio Nacional de Novela el mismo año. Regresa a París.

1961: Entra a trabajar como traductor de noticias a la agencia France-Presse (AFP).

1963: Gana el premio Expreso-Populibros por segunda novela Los geniecillos dominicales.

1964: Publicación de dos volúmenes de cuentos: Las botellas y los hombres y Tres historias sublevantes.

1966: Nace su único hijo, Julio Ribeyro, con Alida de Ribeyro.

1971: Es nombrado Consejero Cultural del Perú ante la Unesco.

1972: Publicación de Los cautivos y El próximo mes me nivelo (ambos, libros de cuentos).

1973: Se le detecta cáncer al estómago y al esófago. Es operado.

1975: Publicación de Prosas apátridas (reflexiones) y La caza sutil (ensayos).

1977: Publicación de Silvio en el rosedal (cuentos).

1987: Publicación de la primera parte de La tentación del fracaso (diario personal) y Sólo para fumadores (cuentos).

1983: Recibe el Premio Nacional de Literatura.

1989: Publicación de Dichos de Luder (ficción especulativa).

1991: Regreso definitivo al Perú después de casi cuarenta años de residencia en París.

1992: Publicación de Relatos santacrucinos (cuentos) y de La palabra del mudo (edición de los cuentos completos que incluye las dos ediciones anteriores de 1973 y 1977).

1993: Recibe el Premio Nacional de Cultura.

1994: Fallece de cáncer en el Hospital de Enfermedades Neoplásicas en Lima el 4 de diciembre, días después de haber recibido el Premio de Literatura Juan Rulfo en México.

Una pertenencia visceral

Es difícil imaginar a Ribeyro el portero de hotel, el elegante embajador, el escritor humeante fuera del recinto urbano y simbólico de París. La gabardina beige, el cuello de tortuga y el perfil aguileño que lo caracterizan en la mayoría de retratos, se confunden en el imaginario literario con las calles adoquinadas, la piedra ocre de sus edificios y el color verdoso del Sena. Y si escritor y ciudad se compenetran hasta tal punto que, a la vuelta de una esquina, algunos pretenden haberlo visto fumando en un alféizar, hojeando una novela de segunda mano o tomando una copa con otro muerto, es porque París hizo que Ribeyro descubra la literatura como entrega y maldición durante casi cuarenta años, hasta la última bocanada. No solo advino a su arte entre incontables primaveras e inviernos parisinos, tecleando en su máquina de escribir y luchando contra una úlcera, sino que, también, advino a los infortunios de la vida en una ciudad que fue progresivamente calando en su historia y personalidad hasta que hombre y urbe se convirtieron en las dos caras de una misma moneda. Por ejemplo, aquí conoció la soledad más artera, la miseria y el desencanto ante un París indiferente a sus ambiciones y a su pasado que lo desclasificó y convirtió en una suerte de proletario letrado: «(…) Mi experiencia europea me ha desarraigado y me ha dejado en la situación flotante del estudiante becado o pobre, sin ubicación social precisa. En París he alternado la época del señorito con la del obrero».

Sin embargo, este primer desencuentro durante su juventud y la consiguiente salida de París hacia finales de los años 1950 no fueron redhibitorios a la hora de regresar definitivamente a comienzos de los años 1960. La estadía se convirtió entonces en residencia y Ribeyro empezó a reconfigurar sus vivencias y recuerdos del Perú sobre París como tela de fondo a veces transparente, otras opaca, creando una suerte de hibridación espacial y afectiva que lo fue absorbiendo hasta interiorizar la mística de una ciudad ajena. ¿Qué duda cabe de que detrás de cada arranque de sano escepticismo, de cada pasión ensalzada hasta el despeñamiento, de cada ambición truncada por la mezquindad, está París? Hay pasiones que pertenecen al código genético de una ciudad y éstas están injertas en toda la piel textual de Ribeyro. Por eso, en 1975, cuando le preguntan por enésima vez si prefiere Lima o París, su respuesta es anatómica. Apropiarse de París había sido una empresa corpórea, visceral, y la dicha y la desdicha que lo acompañaron siempre le pertenecieron como esta ciudad-cuerpo donde asumió lo que los curas, los profesores y los escritores llaman vocación:

Cuando alguien se entera de que he vivido en París casi veinte años, me dice siempre que me debe gustar mucho esa ciudad. Y nunca sé qué responderle. No sé en realidad si me gusta París, como no sé si me gusta Lima. Lo único que sé es que tanto París como Lima están para mí más allá del gusto. No puedo juzgar a estas ciudades por sus monumentos, su clima, su gente, su ambiente, como sí puedo hacerlo con ciudades por las que he estado de paso y decir, por ejemplo, que Toledo me gustó y que Frankfurt no. Es que tanto París como Lima no son para mí objetos de contemplación, sino conquistas de mi experiencia. Están dentro de mí, como mis pulmones o mi páncreas, sobre los que no tengo la menor apreciación estética. Sólo puedo decir que me pertenecen.

Itinerarios

Leer con los pies. La Ruta Ribeyro es un recorrido geográfico y personal que engarza con la mística urbana del escritor peruano Julio Ramón Ribeyro. La Ciudad Luz, por su importancia histórica y temática dentro de su obra, ofrece innumerables pretextos para perderse entre los vericuetos de la memoria y de las vivencias del taciturno cuentista, quien residió fuera del Perú durante casi cuarenta años. Desde su llegada a París a mediados de los años 1950 hasta su partida a Lima a inicios de los años 1990, Ribeyro fue tejiendo una mitología personal de la que fuera la ciudad literaria por excelencia desde el siglo XIX hasta la mitad del siglo XX.

En efecto, las anécdotas y peripecias parisinas que Ribeyro va sembrando en sus diarios, cuentos, entrevistas y ensayos, sellan un pacto de intimidad entre el escritor miraflorino y la ciudad remodelada por el barón Haussmann, relación entrañable y tornasolada que hemos intentado respetar con el mejor homenaje: la exactitud. Tras haber frecuentado un selecto colegio en Lima y haber cursado estudios de Letras y Derecho en la Pontificia Universidad Católica del Perú, Ribeyro llega a un París inhóspito y tugurizado donde la efervescencia cultural de los años cincuenta (Sartre, Malraux, Robbe-Grillet) no logra compensar del todo su desazón.

Becados, nostálgicos o pesimistas, los primeros años de Ribeyro en Francia forman parte de una historia de pesquisas y andanzas donde se intenta cimentar una nueva identidad en una ciudad nueva. Sin embargo, al otro extremo de la cronología ribeyriana, cuando se fragua su retorno definitivo al Perú, Ribeyro regresa con una cierta serenidad y un reconocimiento merecidos a cuestas. La Ruta Ribeyro es, de algún modo, la respuesta presencial para entender la distancia entre ese punto de partida y aquel punto de llegada. Al visitar los diferentes lugares señalados y comentados, el paseante ribeyriano podrá reconstruir la experiencia literaria y existencial del renombrado cuentista siguiendo sus tribulaciones personales y artísticas a lo largo de diez paradas especialmente seleccionadas.

¿Por qué no cabe duda de que apersonarse en cada lugar será rescatar la fugacidad de una vida abocada al pernicioso e incierto ejercicio de la literatura? Porque recorrer los hotelitos de la rue de la Harpe y del Barrio Latino, así como los bulevares Saint Michel y Saint Germain, es adentrarse en las duras vivencias de los primeros años, por ejemplo, recogiendo periódicos o vendiendo su propia biblioteca para comprar tabaco pero, también, la oportunidad de conocer el café Le Petit Cluny donde terminó de escribir su memorable cuento «Los gallinazos sin plumas». Porque descubrir las sedes de la UNESCO y de la AFP es imprescindible a la hora de imaginar los años burocráticos y tediosos que vivió como periodista y representante diplomático del Perú, escudriñando con ironía las costumbres de los hombres y maravillándose de haberse convertido en uno de sus propios personajes. Porque contemplar los dos pisos más famosos donde compaginó vida y escritura, los de la Place Falguière y del Parc Monceau, es llevar nuestra frecuentación de su obra hasta una deliciosa impudicia. Porque entrar a los cafés de La Rotonde y de la La Coupoule es empaparse de las tertulias entre Ribeyro y Vargas Llosa y Javier Héraud y Haya de la Torre y Bryce Echenique y Raúl de Verneuil, entre tantos otros, que aún resuenan entre sus paredes. Y, finalmente, porque entrar a la Galerie Mailletz es revivir el último homenaje en vida que se le hizo en París, rodeado por sus mejores amigos, aclamado por sus lectores impenitentes, y verlo sonreír, halagado pero escéptico, ante tanto barullo y aplauso. Pero lo más interesante, quizá, sea entender el ejercicio de la ruta como una lectura pedestre o, mejor dicho, con los pies, que perpetúe una paradoja más en la larga historia de peruanos parisinos.

Bibliografía crítica

BAUDRY, Paul y SALAZAR, Ina, El botín de los años inútiles: nuevos acercamientos a Julio Ramón Ribeyro, Lima, Altazor, 2014.

COAGUILA, Jorge (Ed.), Julio Ramón Ribeyro: las respuestas del mudo [1998], Iquitos, Tierra Nueva Editores, 2009.

DE NAVASCUÉS, Javier, Los refugios de la memoria: un estudio espacial sobre Julio Ramón Ribeyro, Madrid, Iberoamericana / Vervuert, 2004.

ELMORE, Peter, El perfil de la palabra: la obra de Julio Ramón Ribeyro, Lima, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú y Fondo de Cultura Económica, Col. Tierra firme, 2002.

ESTEBAN, Ángel, El flaco Julio y el escribidor: Julio Ramón Ribeyro y Mario Vargas Llosa cara a cara, Sevilla, Editorial Renacimiento, Col. Iluminacionesâ (Filología, crítica y ensayo) bajo la dirección de Antonio Fernández Ferrer, n.° 91, 2014.

FUENTES ROJAS, Luis, El archivo personal de Julio Ramón Ribeyro, Lima, Fondo Editorial Cultura Peruana, 2006.

MÁRQUEZ, Ismael P., et FERREIRA, César (Eds.), Asedios a Julio Ramón Ribeyro, Lima, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 1996.

MINARDI, Giovanna, La cuentística de Julio Ramón Ribeyro: teoría y práctica, Lima, Banco Central de Reserva del Perú / La Casa de Cartón – Revista de Cultura, 2002.

OSPINA, Galia, Julio Ramón Ribeyro: una ilusión tentada por el fracaso, Bogotá, Fundación Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano, 2006.

VALERO, Eva María, La ciudad en la obra de Julio Ramón Ribeyro, tesis doctoral bajo la dirección de José Carlos Rovira Soler defendida en la Universidad de Alicante, Departamento de Filología Española, Teoría de la literatura, Lingüística General, Facultad de Filosofía y Letras, 2001. [http://rua.ua.es/dspace/handle/10045/4107].

Inicio:
Galerie Mailletz
Fin:
UNESCO
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Julio Ramón Ribeyro

«Solo puedo decir que París me pertenece»

Escritor (1929-1994)

Ribeyro pasó cuatro décadas en París, una ciudad en la que fue periodista, diplomático y escritor. Sus anécdotas y peripecias parisinas aparecen en la producción literaria del escritor peruano.

Autor de ruta: Paul Baudry

Lugares de Ribeyro

Entrevista a Alida de Ribeyro


Julio Ramón Ribeyro en París

Julio Ramón Ribeyro

Galerie Mailletz

Lugar # 1 | rue de Petit Pont 17 | 75005 | París

En 1992, en esta galería de arte, se realizó el mayor homenaje a Julio Ramón Ribeyro. «Durante una semana, él fue el centro de un homenaje entusiasta a un escritor vivo como pocas veces se ha visto en París. (…) En Julio caló la idea de que era muy popular, de que tenía lectores devotos y casi fanáticos».

Hoteles rue de la Harpe

Lugar # 2 | rue de la Harpe 15 | 75005 | París

En 1953 Ribeyro llega a París con la intención de hacer una tesis sobre Flaubert. Se aloja en dos hoteles, en el número 15 y en el 10 de la calle, y trabaja como conserje. «Es curioso que tenga yo ahora que ocuparme de cubos de basura, cuando estoy escribiendo precisamente “Los gallinazos sin plumas”».

Café le Petit Cluny

Lugar # 3 | boulevard Saint Michel 19 | 75005 | París

En este Café Ribeyro escribió su cuento más conocido «Los gallinazos sin plumas» a mediados de los años cincuenta. «Frente a mí, en el café Le Petit Cluny, donde escribía, había un espejo. Me sorprendí haciendo muecas de cólera, de asco, de frío, según el curso de lo que escribía. Los mozos me miraban».

Cruce Boulevard Saint-Michel y Boulevard Saint-Germain

Lugar # 4 | boulevard saint-michel 22 | 75005 | París

El escritor recién llegado del Perú dio sus primeros pasos por la ciudad persiguiendo a un primer amor, la famosa C. A veces, al recorrer el bulevar Saint-Michel, me acuerdo de C. y me parece estar caminando sobre los pasos muertos de mi antigua primavera feliz.

Café Old Navy

Lugar # 5 | Boulevard Saint-Germain 150 | 75006 | París

Bar escondido que Ribeyro solía frecuentar en los años 1950 y 1960 porque estaba abierto hasta las tres de la mañana. «Ahora en el Old Navy estuve tomando una cerveza y antes de terminarla tuve que abandonar el local. Me era intolerable la visión de esa veintena de muchachos, entre los 18 y 25 años, llenando el tiempo con las conversaciones más anodinas».

La Rotonde

Lugar # 6 | bd Montparnasse 105 | 75006 | París

Le gustaba sentarse en la terraza de cualquier bar parisino, con predilección por la avenida de Montparnasse, y pedir una botella de vino a la mesa —algo que ya casi nadie hace—, por lo general un Burdeos, un Saint-Emilion, para irlo tomando lentamente, mirando a la gente y mirando la lluvia.

La Coupole

Lugar # 7 | bd Montparnasse 102 | 75014 | París

Tomarse un café en este célebre lugar es viajar por el tiempo pero, sobre todo, volver a ver la gabardina beige y el perfil aguileño del cuentista atravesando el umbral.

Apartamento Place Falguiére

Lugar # 8 | Place Falguière 8 | 75015 | París

Ribeyro contemplaba y escribía sobre el mundo desde su balcón como si se tratara de un mirador privilegiado para disertar sobre la condición humana. Esta pequeña rotonda situada en el corazón del distrito 15, se convirtió en el escenario de sus reflexiones más irónicas y escépticas durante los años 1970.

UNESCO

Lugar # 9 | place de Fontenoy 7 | 75007 | París

«A los cuarenta he llegado a una situación que nunca pude antes prever (…) No sólo Agregado cultural en la ciudad más codiciada del mundo, sino Delegado adjunto ante la Unesco (…) Mi cuento “La insignia” se realiza. Pues la verdad es que yo sé poquísimo de esta organización a cuyo círculo más hermético he penetrado».

Agencia de noticias France Presse (AFP)

Fuera de ruta A | Place de la Bourse 11 | 75002 | París

Ribeyro trabajó en la agencia francesa de noticias, la Agence France-Presse, como traductor de cables y noticias junto a Mario Vargas Llosa.

Cementerio Père-Lachaise

Fuera de ruta B | boulevard de Ménilmontant 8 | 75020 | París

En este cementerio, en el que Ribeyro paseaba y se recogía, fue tomada una de las fotografías más célebres del escritor en París, que lo muestra subiendo, sonriente y con las manos dentro de la gabardina, por una de las callejuelas que da al cementerio.

Última casa de Ribeyro en París

Fuera de ruta C | avenue Van Dick 4 | 75008 | París

En este lugar Ribeyro vivió sus últimos días antes de retornar definitivamente al Perú.

La anécdota

En la calle Gay Lussac me cruzo con el colombiano que viajó en mi camarote cuando regresé al Perú en 1958 a bordo del Marco Polo. Entonces fuimos amigos, vivíamos encerrados en un pequeño espacio, leíamos, fumábamos y bebíamos juntos. Ahora, seis años más tarde, nos cruzamos como dos desconocidos, sin ánimo de sobrepararnos para estrecharnos la mano. No es solamente la fragilidad de la amistad lo que me sorprende, sino la coincidencia de habernos cruzado en París, de haber estado otra vez los dos, aunque sea por unos segundos, ocupando un espacio reducido. El infinito encadenamiento de circunstancias favorables para que este encuentro se produzca. Desde que nos despedimos en Cartagena en 1958 hasta hace un momento en la calle Gay Lussac, todos los actos de su vida y los míos han tenido que estar dirigidos, regulados con una precisión inhumana para coincidir, él y yo, en la misma acera. Cualquier pequeña falla que hubiera ocurrido ayer o hace una semana o hace un año, hubiera impedido este encuentro. En la vida, en realidad, no hacemos más que cruzarnos con las personas. Con unas conversamos cinco minutos, con otras andamos una estación, con otras vivimos dos o tres años, con otras cohabitamos diez o veinte. Pero en el fondo no hacemos sino cruzarnos (el tiempo no interesa), cruzarnos y siempre por azar. Y separarnos siempre.

(Julio Ramón Ribeyro, Prosas apátridas completas [1975], Barcelona, Tusquets, col. Marginales n.° 89, 1986, págs. 52-53)

La sugerencia

El autor de la Ruta Ribeyro, Paul Baudry, recomienda visitar el Petit Cluny, «el típico café del boulevard Saint-Michel que pasa desapercibido, pequeño, austero y hasta popular». Sin embargo, fue en ese café ubicado en el corazón del barrio latino que Ribeyro escribió su cuento más conocido, «Los gallinazos sin plumas», a mediados de la década de 1950.

Ribeyro relata en «La tentación del fracaso» cómo se miraba haciendo muecas en uno de los espejos del café próximo al cruce de los bulevares de Saint Germain y de Saint Michel.

El café, que tiene dos entradas, continúa abierto hoy en día y también permanece parte de la antigua decoración, incluidos los espejos.