
En 1928, con motivo de la presentación de su libro Le cirque (1927), en el circo de los hermanos Fratellini, Ramón apareció en escena subido a un elefante. El libro llevaba como prólogo una carta de los Fratellini al escritor.
Yo tenía que hacer algo apuesto para agradecer tamaño homenaje, y me dirigí a la cuadra de los elefantes. El domador me dijo: «Agárrese a una oreja y trepe encima de él»… Le miré como a un ironista… Su elefante, gigantesco, tenía trazas de darme un terrible trompazo si hacía eso. Por fin le hizo arrodillarse y subí… Confieso que es desagradabilísimo montar a pelo sobre el elefante… Su maquinaria interior es abrupta y crujiente.
(Ramón Gómez de la Serna, Automoribundia)
Ramón iba tirando al suelo cada página leída, como si fueran cartas de amor o mensajes a Kipling. Pero un payaso las recogió todas para mí, y así puedo copiar para los lectores de Caras y Caretas esa admirable meditación desde una cima ambulante.
(Ventura García Calderón en Caras y Caretas, Buenos Aires)