Muchas veces Jorge Edwards tuvo que atender los rarísimos encargos de Pablo Neruda, quien llevaba una suerte de inventario de los cachivaches que hallaba por todo el planeta, con la finalidad de adquirirlos en cuanto dispusiera de liquidez. Así fue como Edwards fue conminado a comprar un par de tambores escoceses en el Mercado de las Pulgas del Village Suisse:
«Un día recibí una carta escrita desde Isla Negra, en uno de los períodos del año en que el Poeta vivía en Chile. Me contaba que había encontrado unos tambores en el Village Suisse y me los describía con lujo de detalles y con ayuda de un par de croquis. No eran bajos y anchos, de acuerdo con uno de los dibujos, que estaba tachado, a fin de evitar toda confusión mía, sino altos y más angostos (como el de un segundo dibujo), y a los costados tenían abundantes molduras doradas, rojas, azules, y escudos para indicar su pertenencia a determinados regimientos, porque eran auténticos tambores de bandas militares escocesas. Yo debía dirigirme de inmediato al Village Suisse, a una tienda determinada de muy buena calidad, encontrarlos sin cometer errores y reservar dos a nombre del señor Pablo Neruda, dejando una pequeña cantidad de dinero en garantía.
(Adiós, poeta, pp. 129-130)
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