Inicio:Embajada de Chile |
Fin:Estudio (Hotel Le Charron) |
«La parisitis de Jorge Edwards»
La vida y la obra de Jorge Edwards giraron en torno a dos ejes esenciales. A saber, Santiago y París según el autor de la ruta, el también escritor Fernando Iwasaki, que afirma que leer a Jorge Edwards «supone contraer la parisitis».
Durante su primera residencia en París, Edwards trasnochaba en el Bus Palladium, un enorme galpón oscuro situado en la subida de Montparnasse, donde fui más de una vez en compañía de Enrique Lihn, de Gatón Soublette, entonces agregado cultural de la embajada, de Martine Barat, ciudadana egregia de Montparnasse y del Barrio Latino, de Maritza Gligo, que era, por encima de cualquier cosa, musa, y que tenía una cuerda completamente insuperable, a bailar en forma descoyuntada, desaforada, hasta muy altas horas de la noche, lugar en el que probablemente transcurrió la siguiente escena narrada por Vargas Llosa: «Jorge Edwards era un joven tímido, educadísimo y tan futre un pije, dicen los chilenos que daba la impresión de conservar el saco y la corbata hasta en el excusado y la cama. Había que intimar mucho con él para tirarle la lengua y descubrir lo mucho que había leído, su buen humor, la sutileza de su inteligencia y su inconmensurable pasión literaria. Sin embargo, de pronto, en el lugar menos aparente y dos whiskies mediante, se trepaba a una mesa e interpretaba una danza hindú de su invención, elaboradísima y frenética, en la que movía a la vez manos, pies, ojos, orejas, nariz y, estoy seguro, otras cosas más. Después, no se acordaba de nada».
Se sugiere visitar la calle Delambre o «del hambre», como fue rebautizada jocosamente por la bohemia latinoamericana y española, esa arteria del barrio de Montparnasse en cuyos modestísimos hoteles como el Lenox o el Odessa, frecuentados por César Vallejo, se alojaron en el pasado algunos de los escritores y artistas más reputados del siglo XX. En el número 11 de la calle conviene echar una ojeada al antiguo bar de jazz Rosebud, abierto en 1962, año en el que Edwards llegó a París, y que fue refugio nocturno del escritor chileno así como de Carlos Fuentes, de Bryce Echenique pero también de Simone de Beauvoir.
La esquina «metafísica» de calle Delambre con el boulevard de Montparnasse, barrio por en el que transcurre la mayor parte de la ruta de Jorge Edwards, es un excelente punto de partida para un paseo por algunos de los lugares más emblemáticos de la ruta, muy próximos, como el restaurante Le Dôme o el vecino cementerio de Montparnasse.