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Las huellas de la cultura en español

Lugares parisinos de Cortázar

Paseo por algunos de los lugares más notables de la Ruta Cervantes dedicada a Julio Cortázar.

Cortázar en París

Entrevista con el autor de la ruta, Carles Álvarez Garriga.

Cronología

Julio Florencio Cortázar, «Julio Denis» (pseudónimo con el que firmó su primer e inencontrable libro de poemas) o Julio Cortázar, como firmó sus obras siguientes que iban darle un protagonismo irrenunciable en la literatura de nuestro idioma, nació en Bélgica en 1914.

Regresado con su familia argentina en 1919 a Buenos Aires, allí cursó brillantemente estudios primarios y secundarios y se graduó como maestro.

Docente en escuelitas provincianas y profesor de literaturas europeas en una universidad del norte del país, regresa a la capital en 1949 y se desempeña en tareas oficinescas relacionada con las letras y ejerce como traductor público.

Asfixiado por la modorra vernácula, se traslada a París en 1951, de donde ya no habría de marcharse (si exceptuamos su frecuentes viajes por todo el planeta) hasta su muerte, acaecida en 1984.

Cortázar en París

En 1950 Julio Cortázar visita por primera vez París en el marco de un fugaz viaje turístico a Italia y Francia. Al año siguiente, y gracias a una pequeña beca, se instala para siempre en esta ciudad, donde escribió prácticamente toda su obra y en cuya sede de la Unesco trabajó décadas, y en la que fallecería en 1984. París fue, como dijo en muchas ocasiones, «mi gran amor, mi verdadera vocación».

Hay que recordar que a finales de la década de 1930 la lectura de Opio, de Jean Cocteau, lo metió de cabeza en la literatura moderna y cambió para siempre su cosmovisión. En ese sentido, es lógico imaginar que ya entonces su residencia en la capital de Francia quedara fijada como destino irrenunciable.

Aunque viajó incansablemente por todo el mundo, ausentarse más de seis meses seguidos de esta ciudad lo hacía sufrir mucho porque echaba demasiado de menos sus museos, sus teatros, su salas de cine y, en especial, sus parques, sus calles y sus avenidas.

El París de Cortázar

Es imposible disociar a Cortázar de París. Tan pronto como en 1947 escribía a un amigo, desde Buenos Aires: «Me voy a Europa. Y no vuelvo nunca más, se entiende».

La voluntad de instalarse para siempre en París tiene lugar en 1951, pocos meses después de la publicación de Bestiario, su primer e insuperable volumen de relatos fantásticos, y será en esta ciudad (o gracias a ella) donde el Cortázar «estético se convertirá en el Cortázar metafísico, el de «El perseguidor» y sobre todo el de Rayuela y, más adelante, en el «histórico»: el defensor de Cuba y Nicaragua.

Según él mismo dijo en varias oportunidades, fue aquí donde aprendió a ver América Latina, y tengo para mí que en realidad fue en esta ciudad donde aprendió a mirar: la crónica casi diaria que supone la correspondencia de aquellos años contenida en el volumen Cartas a los Jonquières es un curso del «aprendizaje de la mirada», del entrenamiento visual a que se somete con ahínco en museos y galerías y en su tenaz deambular al modo del flâneur baudelaireano. Lo comenta en una carta de enero de 1953:

Sigo mirando. Mirando. No me cansaré nunca de mirar, aquí. Observo que los argentinos que llegan, andan por las calles mirando sólo de frente, como en Buenos Aires. Ni hacia arriba ni a los costados. Se pierden todos los increíbles zaguanes, las entradas misteriosas que dan a jardines viejos, con fuentes o estatuas, los patios de hace tres siglos, intactos… Creo que irrito un poco a mis compañeros de paseos por mis detenciones y desapariciones laterales a cada momento. Aquí los ojos se vuelven facetados como los de la mosca. ¿Involución? De todos modos vale la pena descubrir tanta cosa, todos los días.

La facetación del ojo del espectador es una característica esencial del pensamiento del autor: ese «mostrar el otro lado de las cosas» que singulariza su literatura y que ha hecho que generaciones de lectores recorran París siguiendo la deriva urbana de Horacio Oliveira y de la Maga. Proponemos ahora otro recorrido: no sólo el París de Rayuela, que en muchos casos se superpone o transparenta con éste, sino el París de Cortázar, lo que un crítico resumió en la feliz expresión las deambulaciones de un mutante. Visitemos los barrios en que vivió, los escenarios de algunos de sus mejores cuentos, sus lugares favoritos, donde coinciden las historias y la Historia. Sin olvidar, claro, que «En el fondo —dijo Gregorovius—, París es una enorme metáfora».

Itinerario

La ruta consta de quince puntos y comienza en la última residencia de Cortázar, ubicada en el noreste de París, cruza el Sena y discurre en su mayor parte por el barrio latino.

El largo recorrido termina en el sur de la ciudad, en el cementerio de Montparnasse, en la tumba del escritor. Fuera del itinerario sugerido la ruta presenta otros cinco lugares más ubicados en distintas partes de París y aislados del recorrido principal.

El primer punto, la última residencia de Cortázar, se encuentra un poco alejado del resto de puntos, en el décimo distrito de la capital francesa. Para llegar caminando desde allí al siguiente lugar, la galería Vivienne, distante a casi ochocientos metros, se recomienda tomar la avenida de los Grandes Bulevares y posteriormente dirigirse hacia la plaza de la Bolsa (Bourse) de París.

En la galería comienza el recorrido propiamente dicho que discurre entre lugares distantes entre sí en unos pocos centenares de metros en su parte principal.

Después de la Galería el itinerario a pie sigue por los vecinos jardines del Palais Royal en dirección al museo del Louvre, muy fácil de alcanzar.

Desde la plaza principal del museo del Louvre, en donde se encuentra la pirámide, es preciso salir por los arcos del ala del museo que da al río Sena para encontrar al puente del Carrusel, el siguiente punto.

Después se atraviesa el puente hacia la otra orilla izquierda y se camina por esa margen hacia el este, rumbo a la catedral de Notre Dame que se ve al fondo. A escasos metros aparece el Pont des Arts, enfrente, a un lado del Institut de France, el arco del Quai de Conti, mencionado en el primer párrafo de Rayuela y siguiendo el río se llega al Pont Neuf y a la Plaza Dauphine.

Esta es la zona de mayor densidad de puntos de toda la ruta y una de las más simbólicas de Cortázar en París.

Desde la Plaza Dauphine, último punto del área, hay que regresar a la orilla izquierda y allí tomar rumbo al bulevar Saint-Germain para visitar la librería la Hune, el café Old Navy y descendiendo el bulevar encontrar la plaza del Odeon desde la cual dirigirse al restaurante cortazariano Polidor.

En ese lugar se puede proseguir la ruta sugerida o terminarla visitando el cementerio de Montparnasse, relativamente cercano, al otro lado del Jardín del Luxemburgo, ubicado muy cerca del Polidor.

Si se continúa por la ruta trazada será necesario descender el bulevar de Saint Michel, en cuya plaza del mismo nombre se encuentra la estación de metro que se menciona en la ruta. Luego se continúa hacia el atrio de la catedral de Notre Dame y de allí se cruza hacia la cercana isla de Saint Louis en donde se encuentra una antigua residencia temporal de Baudelaire.

De allí, atravesando el puente de Sully, a unos escasos metros, se regresa a la orilla derecha para encontrar en dirección a la Plaza de la Bastilla, la biblioteca del Arsenal, muy cercana a la orilla y al puente de Sully. Retomando de nuevo la orilla derecha del río y descendiendo el río unos centenares de metros se alcanza el puente de Austerlitz. Atravesándolo nos encontramos de frente con la entrada del penúltimo puente de la ruta: el Jardin des Plantes.

Del Jardín a la tumba de Cortázar hay una caminata de más de kilómetro y medio.

No muy lejos del cementerio se encuentra el parque Montsouris y la Ciudad Universitaria de París en la que se encuentra la Casa Argentina. Son dos lugares recomendables para ampliar el paseo de la ruta propuesta.

Los otros tres puntos fuera de ruta, la sede de la UNESCO, el teatro de los Campos Elíseos y la casa de Cortázar y Aurora Bernárdez distan en general mucho entre sí o del resto de la ruta aunque entre la sede de la Unesco y el Teatro de los Campos Elíseos se puede realizar un paseo interesante que comprende el paso por el museo del Quai Branly, la Torre Eiffel y los Campos de Marte.

Inicio:
Última residencia
Fin:
Cementerio de Montparnasse-Tumba de Cortázar
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Julio Cortázar

«Caminar en París es caminar hacia mí»

Escritor (1914-1984)

Es imposible disociar a Cortázar de París. París, la ciudad en la que fallecería, fue para Córtazar, como dijo en muchas ocasiones, «mi gran amor, mi verdadera vocación». Aunque viajó incansablemente por todo el mundo, ausentarse más de seis meses seguidos de esta ciudad lo hacía sufrir mucho porque echaba demasiado de menos sus museos, sus teatros, su salas de cine y, en especial, sus parques, sus calles y sus avenidas.

Autor de ruta: Carles Álvarez Garriga

Lugares parisinos de Cortázar

Cortázar en París


Julio Cortázar en París

Julio Cortázar

Última residencia

Lugar # 1 | rue Martel 4 | 75010 | París

En 1979, Cortázar se instaló con su segunda esposa, Carol Dunlop, en un apartamento de este edificio en cuya fachada hoy cuelga una placa conmemorativa.

Galerie Vivienne

Lugar # 2 | Rue Vivienne 6 | 75002 | París

En el insuperable relato «El otro cielo»€, aparece esta antigua galería parisina, uno de los lugares predilectos de paseo del autor.

Museo del Louvre

Lugar # 3 | Museo del Louvre | 75001 | París

Cortázar hizo en el Louvre «un curso de aprendizaje de la mirada»€. Entre 1951 y 1953 lo visitó a diario recorriendo todas sus galerías.

Pont du Carrousel

Lugar # 4 | Quai des Tuileries | 75007 | París

Escenario de una conocida fotografía de Cortázar tomada en 1952 y de una emotiva vivencia del escritor.

Pont des Arts

Lugar # 5 | Pont des Arts | 75006 | París

Un arco del Quai de Conti y el vecino Pont des Arts son dos de los lugares más emblemáticos del París de Cortázar, en ellos comienza Rayuela.

Pont Neuf

Lugar # 6 | Pont Neuf | 75006 | París

El Pont Neuf y sus orillas fueron el escenario de un memorable reportaje fotográfico de Julio Cortázar por Antonio Gálvez. Este lugar aparece también en Rayuela.

Place Dauphine

Lugar # 7 | Place Dauphine | 75001 | París

Cortázar asoció siempre este lugar de la Isla de la Cité a la mejor tradición de los surrealistas a los que tanto admiraba.

Librería La Hune

Lugar # 8 | En esta legendaria librería que sigue abierta -aunque se mudó de su enclave histórico- Cortázar, lector incansable, se abasteció durante décadas. 170 | 75006 | París

En esta legendaria librería que sigue abierta —aunque se mudó de su enclave histórico— Cortázar, lector incansable, se abasteció durante décadas.

Café Old Navy

Lugar # 9 | Boulevard Saint-Germain 150 | 75006 | París

A este Café Cortázar solía acudir a menudo para tomar algo y escribir. Ahí le vería un entonces joven y tímido escritor colombiano: Gabriel García Márquez.

Restaurante Polidor

Lugar # 10 | rue Monsieur-le-Prince 41 | 75006 | París

«¿Por qué después de entrar en el restaurante Polidor fui a sentarme en la mesa del fondo, de frente al gran espejo» (62, Modelo para armar)

Estación de metro Saint-Michel

Lugar # 11 | Place Saint-Michel | 75006 | París

El metro parisino tiene en la narrativa cortazariana un papel fundamental como bisagra o pasadizo entre dos realidades disímiles y, a veces, coincidentes.

Residencia de Charles Baudelaire

Lugar # 12 | Quai d'Anjou 17 | 75004 | París

Histórico edificio en la Isla Saint-Louis donde vivió Baudelaire y escribió Les fleurs du mal. Cortázar confesó que, por este motivo, fue el primer lugar que visitó al llegar a París.

Biblioteca del Arsenal

Lugar # 13 | rue Sully 1 | 75004 | París

En sus primeros años en París, Cortázar acudió muy a menudo esta biblioteca. De igual manera, deseó visitarla antes de morir.

 

Jardin des Plantes

Lugar # 14 | Quai St Bernard | 75005 | París

En el acuario de este jardín botánico es el escenario de la metamorfosis del narrador que se corporiza en anfibio, en el inolvidable cuento «Axolotl».

Cementerio de Montparnasse-Tumba de Cortázar

Lugar # 15 | boulevard Edgar Quinet 3 | 75014 | París

Mítico lugar donde se encuentra la sepultura de Julio Cortázar y de Carol Dunlop, cuya tumba comparten.

 

Casa Argentina (Ciudad Universitaria)

Fuera de ruta A | Boulevard Jourdan 27 A | 75014 | París

Al llegar a París, en 1951, Julio Cortázar pasó sus primeros meses en la habitación 40 de la Casa Argentina, en la Ciudad Universitaria.

Casa de Julio Cortázar

Fuera de ruta B | Place du Général Beuret 9 | 75015 | París

Residencia de Cortázar y de su primera esposa, Aurora Bernárdez, entre 1960 y 1968.

Parque Montsouris

Fuera de ruta C | Parc Montsouris | 75014 | París

Parque «mágico»€, muy frecuentado por el escritor, en donde la Maga y Horacio Oliveira despeñaron un paraguas viejo según se cuenta en Rayuela.

Teatro des Champs Elysées

Fuera de ruta D | Avenue Montaigne 15 | 75008 | París

Melómano furioso, Cortázar asistió a numerosos conciertos en este teatro, en el que tuvo visualizó por primera vez los cronopios.

UNESCO

Fuera de ruta E | | | París

Edificio en el que Cortázar trabajó durante décadas como traductor. En su jardín, Sara Facio tomó algunas de las fotografías más emblemáticas de él.

La anécdota

La celebérrima frase inicial de Rayuela («¿Encontraría a la Maga?») alude a un método de flaneo al que más adelante el narrador califica de «rabdomancia ambulatoria». En Julio Cortázar: al calor de su sombra lo recordaba su gran amigo, el poeta y crítico argentino, Saúl Yurkievich: «Uno de sus juegos consistía en elegir al azar, con los ojos cerrados y el índice apuntando al plano del metro, una estación, llegar a ella, salir a superficie y peregrinar por la zona. Así reunió su colección de rincones con karma. Adoptó París como el lugar más apto para aquerenciarse, a la vez encrucijada de casi todos los caminos y mundo placentero, a escala humana, con un arte de la medida, arte de la vida, dignos de ser aprendidos».

La sugerencia

El barrio del Marais recuerda poderosamente a Julio Cortázar. Propongo pasearse, sin mapa, de la irresistible belleza de la Place des Vosges hasta el corazón del barrio judío o el Museo Picasso, en plena ensoñación despistada por los rincones menos frecuentados.

En cualquier esquina una sombra, un perfil, sugieren la figura del escritor. Hay que distraerse de los turistas y pensar que, en efecto, él está «ahí, pero dónde cómo» Máxima atención a los sonidos, los olores, la luz: el pulso vivo de París, «capital del hombre». El paseo bien vale una misa.