Según consigna Neruda en sus memorias, se alojó en este lujoso hotel en 1949, para hacerse invisible entre los poderosos del mundo. Obligado a dejar Chile bajo otra identidad, clandestino por causa del presidente González Videla, en su paso por Buenos Aires se encontró con su gran amigo el escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias, quien le permitió seguir rumbo a Francia prestándole su propio pasaporte. En efecto, un cierto parecido físico entre ambos facilitó ampliamente a Neruda el paso de fronteras convertido en insigne novelista guatemalteco.
«Pero en Francia mi identidad volvía a ser un problema. Mi flamante pasaporte no resistiría el implacable examen critico de la Sureté. Forzosamente tenía que dejar de ser Miguel Ángel Asturias y reconvertirme en Pablo Neruda. Pero cómo hacerlo si Pablo Neruda no había llegado nunca a Francia. Quien había llegado era Miguel Ángel Asturias.
Mis consejeros me obligaron a albergarme en el Hotel Georges V.
Allá, entre los poderosos del mundo, nadie te irá a pedir los papeles, me dijeron».
(Pablo Neruda, Confieso que he vivido, Seix Barral, 1974).
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