Tanto Rufino José como Ángel Cuervo eran devotos católicos. Todos los días Rufino José se levantaba muy temprano en la mañana para ir a misa de cinco y estar activo trabajando a las seis de la mañana de nuevo en su casa. Cerca a todas sus residencias, los hermanos Cuervo podían encontrar una iglesia o una parroquia donde podían ir a misa. En el caso del apartamento de la rue Meissonier, a unas cuadras los hermanos Cuervo encontraron la Parroquia de San Francisco de Sales. Boris de Tannenberg, uno de los corresponsales y amigos más cercanos de Rufino José en Europa, describió con las siguientes palabras, la cotidianidad del literato en París haciendo alusión a su profunda religiosidad:
«Lo principal de la casa y único fin de la vida de los dos hermanos era el Diccionario, al que don Rufino se había entregado en cuerpo y alma desde hacía quince años y que pensaba publicar en París. […] Durante años, sin desfallecer, vivió solo para esa obra de a la que consagró la vida. Ayudaba al prójimo, tenía al día su voluminosa correspondencia, hacía la caridad a domicilio pues fue siempre sincero amigo de los pobres, e iba a buscar, en fin, cada día en los altares las gracias necesarias para la vida cristiana y las alegrías espirituales de que tenía sed su alma mística.»
Boris de Tannenberg. Cuervo intime. 1911