En su primer viaje a París (1899), Baroja fue visitante asiduo del Museo del Louvre:
«Dos o tres veces a la semana iba al Museo del Louvre, y veía siempre que iba la sala de los primitivos italianos, y me entusiasmaba con Botticelli, Fra Filippo Lippi, Paolo Uccello y los demás prerrafaelistas. También me gustaba mucho ver a Mantegna y Chirlandajo. […] Luego, en los tres años y medio que estuve, entre 1936 1940, en París, no fui ni una vez»
Desde la última vuelta del camino. Pío Baroja