En el número 27 de esta calle se encontraba en el año 1902 la sede del Consulado de Guatemala, en el que Antonio Machado trabajó como funcionario durante unos meses. Una actividad muy desconocida del poeta tanto como la dirección del lugar en el que se hallaba la legación diplomática, olvidada durante décadas, y en cuyo solar se construyó el edificio actual a principios de los años setenta.
El empleo, que Machado consiguió por ofrecimiento del cónsul Enrique Gómez Carrillo, célebre escritor, periodista y diplomático del país centroamericano, llevó al poeta a París por segunda vez.
De la estancia, de apenas unos meses, apenas existen datos y una anécdota negra que apunta a que Machado fue despedido de su trabajo en el consulado por «desaseo». Lo más positivo para el autor fue que en ese periodo conoció en la capital francesa al escritor nicaragüense Rubén Darío, con quien colaboraría años más tarde en la revista Mundial.
«La segunda estancia de Machado en París es breve y hay muy poca documentación. Fue llamado por Gómez Carrillo»
«Según Gómez Carrillo, un testimonio que no sé si es muy fiable, a Machado, que siempre reconoció su torpe aliño indumentario, lo echaron por desaseo».
José María Conget