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Las huellas de la cultura en español

rue Benjamin Franklin

Residencia de Albéniz en 1905
rue Benjamin Franklin 21 | 75016 | París

El ya veterano Albéniz favoreció la integración de los jóvenes e inexpertos recién llegados. Su hogar fue un centro de encuentro y de acogida para los artistas españoles. Pau Casals, la cantante María Gay, Granados y Viñes, los pintores Ignacio de Zuloaga, Santiago Rusiñol, Ramón Casas y Picasso, el escultor Manolo Hugué, los escritores y los poetas Juno, Pompeyo Gener, Narcís Oller y el político Valentín Almirall la frecuentaron. Las visitas incluían, además de un suculento menú, la posibilidad de oír música. Es en esta casa donde Albéniz compone el primer cuaderno de Iberia su obra cumbre.

El pintor y escultor Manolo Hugué cuenta así su encuentro con Albéniz:

En estos años conocí a Albéniz y, te voy a contar la primera entrevista que tuve con él, porque demuestra que fue un gran señor. Me recomendó al músico Déodat de Severac y llamé a la puerta de la casa que habitaba en la calle Franklin. Mi primera intención fue naturalmente pedirle algún dinero. Cuando sonó el timbre, mis ideas eran completamente claras: le pedirás me dije 20 francos, ni uno más ni uno menos. Albéniz me recibió con los brazos abiertos y antes de que pudiera articular una palabra me dijo que me conocía de nombre, (…)Le pedirás 40 francos. Acabo de realizar dije una copia de San Juan de Rodin que está en el Luxemburgo. Con todo esto, llegaron la señora de las hijas de Albéniz. Me las presentó acentuando, todavía la cordialidad y reacción,(…) Le pedirás 60 francos. (…) Me Invitaron cenar acepté, como es natural.(…) Le pedirás 80 francos. La cosa no tiene duda. No puede fallar. La cena fue magnífica. Después de cenar, el anfitrión se acercó al piano y se dispuso a regalarme con alguna de sus maravillosas composiciones.(…) Encontré que en su conjunto y más todavía en sus detalles, era excelente pensé mientras encendía un habano: le pedirás 100 francos.(…) Me pareció que Albéniz había encontrado en el magnífico concierto que me estaba dando, una manera diplomática de darme a entender que a sus amigos no les ofrecía dinero, sino música abundante.(…) Terminado el concierto de madrugada avanzada nos despedimos, salimos al jardín y Albéniz abrió la puerta de la calle. En el monto de largarme la mano me hizo pasar un papel con delicadeza suma. Era un sobre cerrado. Dentro del sobre encontré 200 francos.

Volví muchas veces a casa de Albéniz (…) siempre encontré en la calle Franklin, una mesa puesta y subsidios abundantes. En el curso de una de las visitas me encontré allí con Xavier Gosé enfermo. La tuberculosis le roía el cuerpo y había encontrado un refugio en la cordialidad de la casa. Albéniz le cuidaba con una dulzura y una paciencia de santo.(…)Tengo una veneración por su memoria. En mi consideración pesa tanto el artista como el gran señor.

Josep Plá

Progreso en ruta

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