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Las huellas de la cultura en español

El Burdeos de Goya

Paseo por los lugares más notables de la ruta Goya en Burdeos.

Los últimos años de Goya en Burdeos

Entrevista con la autora de la ruta, Guadalupe Echevarría.

Cronología

1746: Goya nace el 30 de marzo en Fuendetodos (Zaragoza) en una familia de cinco hermanos. Su padre es maestro dorador y su madre pertenece a la pequeña nobleza.

1756: Ingresa en la Academia de Dibujo de Zaragoza.

1764-65: Se traslada a Madrid a trabajar al taller de Francisco Bayeu con cuya hija se casa en 1773.

1774: Nace Javier, el primogénito y único hijo que sobrevivirá al pintor.

1775-1778: Trabaja en la corte como pintor de cartones para tapices.

1780: Ingresa en la Academia de San Fernando.

1782: Inicia su carrera como retratista, actividad que continuará hasta su muerte y que discurre paralela a su ascenso social y profesional.

1789: Es nombrado pintor de Cámara tras la subida al trono de Carlos IV.

1793: En Cádiz, una recaída en su enfermedad —probablemente saturnismo— le deja como secuela una grave sordera. A partir de este momento, empieza a desarrollar una obra más libre y personal.

1796: Mantiene una estrecha relación con la Duquesa de Alba sobre cuya naturaleza mucho se ha especulado.

1797: Frecuenta los círculos ilustrados y liberales cuyas ideas comparte aunque no signifique políticamente tanto como algunos de sus mejores amigos.

1799: Edición de la serie de grabados Los Caprichos, que señala el nacimiento del grabado moderno.

1808-1814: Mantiene su puesto de pintor de cámara en medio de los turbulentos acontecimientos políticos de este periodo –ocupación francesa, entronización de José Bonaparte I, Guerra de la Independencia, etc-, acontecimientos sobre los que se pronuncia con Los Desastres de la Guerra, la serie de grabados que verá la luz a su muerte.

1812: Muere su esposa Josefa Bayeu.

1814: Tras la restauración de Fernando VII en el trono, Goya es citado por la Inquisición aunque no es inculpado.

1819-1824: Se traslada con su compañera sentimental, Leocadia Weis y la hija de ésta, Rosario, a la denominada Quinta del Sordo sobre cuyas paredes lleva a cabo sus famosas Pinturas Negras.

1823: La restauración del absolutismo tras el trienio liberal de 1820-1823 desata una encarnizada represión de liberales y constitucionalistas.

1824: Goya solicita al monarca permiso para tomar las aguas en el balneario de Plombières y así poder conservar su paga oficial, pero se dirige a Burdeos.

1824: Pasa el verano en París paseando, dibujando, visitando museos y viendo amigos exiliados.

1824: A su vuelta de París fija su residencia definitiva en Burdeos donde se reúnen con él Leocadia Weis y los hijos de ésta, Guillermo y Rosario.

1826: El mes de mayo viaja a Madrid para tramitar su jubilación ante el monarca.

1827: En septiembre Goya hace su último viaje a Madrid posiblemente para ocuparse de gestiones administrativas.

1828: Muere en Burdeos el 16 de abril de 1828.

 

Goya en Burdeos

Goya en su exilio

En junio de 1824, con 78 años de edad, Goya decide abandonar España temeroso de la saña con que Fernando VII persigue a los liberales. El artista pidió permiso al monarca para tomar las aguas en el balneario de Plombières, lo que le permitió conservar su paga oficial, pero se dirigió a Burdeos.

Apenas llegado a esta ciudad, el pintor se propone ir a París desoyendo a las personas de su entorno que le aconsejan prudencia para con su salud. Pero, dada su gran curiosidad, no sorprenden sus prisas por encontrarse con otros artistas o por visitar el salón de 1824 para admirar Les Massacres de Scio, la obra maestra de Delacroix.

En la capital francesa Goya encontraría muy probablemente a José María Cardano, el impresor de sus célebres series de grabados Los caprichos  y Los Desastres, y frecuentó al riquísimo refugiado liberal Joaquín Ferrer, con quien discutiría la posibilidad de realizar una serie litográfica sobre la tauromaquia, proyecto que pudo reorientarse hacia una serie de dibujos de costumbres observadas en Burdeos y París, a la manera de «caprichos» franceses. Los álbumes G y H, conocidos como «los álbumes de Burdeos», que ejecutó con lápices negros muy grasos utilizados en litografía, muy significativos y de gran variedad temática, pudieron ser el resultado.

Tras su regreso de París, Goya ya no se moverá de Burdeos —a excepción de dos viajes que realizará a Madrid para arreglar asuntos económicos en la corte—, ciudad en la que moriría cuatro años después a los 82 años. Aquí llevaría una vida familiar en compañía de Leocadia Weiss, la cultivada mujer que ya había estado viviendo con él en la Quinta del Sordo tras separarse de su marido, y los hijos de ésta, Guillermo, que se emanciparía muy pronto, y Rosario Weiss.

Con una exigente sociedad de comerciantes y armadores integrada por protestantes, judíos, católicos y negociantes del mundo entero, Burdeos era en 1924 una villa casi tan importante como Madrid. En la misma estaba de moda entonces la miniatura en pointillé sobre marfil, y que Goya también la practicara demuestra que mantenía los ojos muy abiertos sobre lo que se hacía a su alrededor y echa por tierra la idea de un Goya apartado de todo desde su marcha de Madrid.

El artista volvería a recurrir a su entorno más cercano para llevar a cabo sus muy venerados Toros de Burdeos, una serie litográfica de cuatro planchas y una quinta que nunca se imprimió que constituyen un conjunto excepcional e innovador en su género y que Goya realizó con un gran maestro en la materia, Cyprien Gaulon. (No es extraño que al pintor le interesara tanto la litografía, ya que le permitía dibujar directamente sobre la piedra la violencia y el dinamismo de una corrida de toros con los lápices de grasa a los que era tan aficionado, mientras que la técnica del grabado obliga a seguir de manera municiosa distintas etapas, algo que debía impacientar a nuestro impulsivo artista).

Toda la obra de los últimos años de Goya está marcada por una negritud también presente de manera inequívoca en la docena de sorprendentes retratos que realizó durante su etapa bordelesa, algunos de los cuales tienen un aire inacabado y expresionista avant l’heure como el de Joaquín Ferrer, el del banquero Juan de Muguiro, el de su gran amigo Moratín o el de su nieto Mariano, un prodigio de sensibilidad.

Pero es con La Lechera de Burdeos con la que la leyenda del artista trasciende la Historia. Más allá de su carácter innovador, esta pintura se desmarca de todas las demás por el optimismo de su colorido y el tema juvenil de una lechera a lomos de un burro, lo que ha incitado a algunos autores a vincular la modelo, e incluso su autoría, a Rosario Weiss, supuesta hija de Goya. En todo caso, esta misteriosa obra anunciadora de un crepúsculo, la más conocida y ensalzada de nuestro genio, fue ejecutada en los últimos meses que le quedarían de vida en Burdeos.

Goya y la lechera de Burdeos

Goya es el primer artista moderno tanto por su obra como por la manera que se enfrenta a la misma por lo que no tiene nada de particular que un profesional del arte contemporáneo se interese por él. En mi caso, además, se da la circunstancia de que Goya está presente en mi vida desde pequeña pues recuerdo coleccionar cromos que reproducían conocidas obras del pintor.

De alguna manera, Goya también está ligado a mi venida a Burdeos pues uno de los dibujos que él realizó en esta ciudad, «Ni por Esas», dio título a una exposición del artista John Baldessari, gran admirador de Goya, que comisarié con Vicente Todolí y que se presentó en el CAPC en 1989. Pero lo que me llevó a investigar el destino de Goya en Burdeos fue la polémica en torno a su La lechera de Burdeos, la tela considerada unánimemente como precursora de la modernidad pero también la más enigmática de ese periodo. Especialistas como Juliete Wilson-Bareau o Manuela Mena señalan a Rosario Weiss, quien diera sus primeros pasos en el dibujo guiada por Goya en la intimidad del hogar y quien, en Burdeos fue discípula de Pierre Lacour, director de la antigua Escuela gratuita de Dibujo, la actual Escuela de Bellas Artes, y, por tanto, mi predecesor.

Sea como fuere, es porque me interesa Rosario por lo que en su día decidí abordar la vida de Goya en Burdeos. Pienso en ella cada vez que contemplo el Paseo de Tourny y la Calle Intendance, uno de sus domicilios bordeleses, desde la esquina en que actualmente se encuentra la tienda de Apple. Evoco, entonces, el paseo de 45 grados que daba el pintor lenta y trabajosamente mientras recorría el reducido espacio que abarcaba su vida al final de sus días.

Pienso en esta escena porque veo en mi mente a la pequeña llevando de la mano a Goya con gran pesar de éste pues lo que él desea con todas sus fuerzas es ir a tomar chocolate con Pío Molina, Manuel Silvela y sus amigos refugiados liberales y josefinos a la trastienda de Braulio Poc, en la calle de la Petite-Taupe (hoy calle Huguerie) o, en su defecto, andar a su aire por las calles de la ciudad o visitar los gabinetes de lectura-librerías en compañía de Leandro Fernández de Moratín mientras critican a Fernando VII.

Admiro profundamente a Rosario Weiss. La admiro independientemente de que tuviera que hacer frente al terrible handicap de ser mujer artista además de discípula de Goya siendo niña e independientemente de que tuviera que soportar no ser reconocida oficialmente como hija de Goya ni por él mismo ni todavía menos por Javier y Mariano, el hijo y nieto legítimo, cuando todo el mundo lo consideraba su padre o, como mínimo, no lo descartaba.

Y me gustaría reivindicar su figura y resarcirla de alguna manera de haber tenido que tirar tantas veces con todas sus fuerzas de ese anciano de ochenta años –un prodigio de longevidad para la época-, sordo y torpe, que ha pasado a la posteridad como el paradigma del genio y que es también en según qué cosas el peor de los genios.

Guadalupe Echevarría

Bibliografía

Bozal, Valeriano, Goya y el gusto moderno, Ed. Alianza, 1994

Echevarria, Guadalupe, La jeune bâtarde et la modernité. Goya et la laitière de Bordeaux, Ed. Le Festin, 2008

Fauqué, Jacques y Villanueva Echevarría, Ramón, Goya y Burdeos. 1824-1828, Ed. Oroel, 1982

Fernández de Moratín, Leandro, Epistolario, edición a cargo de René Andioc, Editorial Castalia, 1973

Gassier, Pierre, Goya, Ginebra, Skira, 1955.

Goya. Cuadros y Dibujos. Biografía y Epistolario, Edición a cargo de Francisco Zapater, Editorial Calleja, 1876

Lafond, Paul «Les dernières années de Goya en France», Gazzette des Beaux-Arts, 1907

Matheron, Laurent, Goya, Burdeos, 1858.

VV.AA., Goya. Hommages, Ed. Musée des Beaux Arts de Bordeaux, 1998. Catálogo de la exposición.

Yriarte, Charles, Goya. Sa biographie. Les fresques, les toiles, les tapisseries, les eaux-fortes et le catalogue de l’oeuvre avec cinquante planches inédites. Ed. Henri Plon, 1876.

Inicio:
Plaza de la Bolsa
Fin:
Cementerio La Chartreuse
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Goya

«Vivo Rue Croix Blanche, número 10. Y si nos morimos que nos entierren» (Francisco de Goya)

pintor (1746-1828)

Francisco de Goya y Lucientes pasó los últimos cuatro años de su vida en Burdeos, ciudad refugio de reconocidos liberales españoles en la que se exilió con 78 años. Una estancia llena de lagunas y enigmas, como la autoría de su cuadro más emblemático de este periodo: La lechera, en la que el genio aragonés trabajó en la técnica del grabado. Falleció en la actual sede del Instituto Cervantes de Burdeos.

Autor de ruta: Guadalupe Echevarría

El Burdeos de Goya

Los últimos años de Goya en Burdeos


Goya en Burdeos

Goya

Plaza de la Bolsa

Lugar # 1 | Place de la Bourse | 33000 | Burdeos

La Feria de la plaza ejerció gran atracción sobre Goya y su familia, como atestiguan dibujos de él y de Rosario.

Antigua Casa de Jacques Galos

Lugar # 2 | Rue Saint Remy 52 | 33000 | Burdeos

Residencia del banquero de Goya en Burdeos.

Antigua Imprenta Gaulon

Lugar # 3 | Rue Saint-Rémi 58 | 33000 | Burdeos

En este edificio, ocupado entonces por una imprenta, Goya estampó Los toros de Burdeos.

Prefectura

Lugar # 4 | Rue Vital Carles 17 | 33000 | Burdeos

A su llegada a Burdeos, en 1824, Goya se alojó en esta mansión, que entonces era un internado para jóvenes españoles.

Casa Goya

Lugar # 5 | Cours de l’Intendance 57 | 33000 | Burdeos

La vivienda del tercer piso de este edificio dieciochesco, hoy sede del Instituto Cervantes, fue la última morada de Goya en Burdeos.

Iglesia de Notre Dame

Lugar # 6 | rue Mably 1 | 33000 | Burdeos

El funeral de Goya, ignorado por la prensa local, se ofició en esta iglesia con sus compatriotas abarrotando las naves.

Monumento a Goya

Lugar # 7 | rue Mably | 33000 | Burdeos

En los años noventa, la villa de Madrid regaló a Burdeos una réplica de la estatua de Goya realizada por Mariano Benlliure, en 1902.

Escuela gratuita de dibujo

Lugar # 8 | Cours Mably 3 | 33000 | Burdeos

Goya inscribió a Rosario Weiss para que prosiguiera su formación artística bajo la tutela de Pierre Lacour. Pintor, grabador, arqueólogo, hombre de letras y fundador del Musée de Beaux Arts,

Primer domicilio de Goya

Lugar # 9 | Cours Clemenceau 38 | 33000 | Burdeos

En este edificio fijó Goya el primero de los cuatro domicilios que tuvo en Burdeos

Chocolatería de Braulio Poc

Lugar # 10 | Rue Huguerie 32 | 33000 | Burdeos

En esta esquina se encontraba la chocolatería de Braulio Poc, centro de reunión de los refugiados españoles. Goya trabó gran amistad con su dueño.

Casa de Leocadia y Rosario

Lugar # 11 | rue Palais Gallien 6 | 33000 | Burdeos

En este lugar alquilaron un apartamento Leocadia y Rosario a la muerte de Goya en el que permanecieron hasta su regreso a España.

Plaza Gambetta

Lugar # 12 | Place Gambetta | 33000 | Burdeos

La guillotina tuvo su emplazamiento en esta plaza y Goya debió presenciar una ejecución que le sirvió de inspiración para los dibujos titulados Castigo francés.

La lechera de Burdeos

Lugar # 13 | Place Martyrs de la Resistance 46 | 33000 | Burdeos

En 1826, Goya se mudó a esta vivienda de la plaza.

Calle Goya

Lugar # 14 | Rue Goya | 33000 | Burdeos

El Ayuntamiento de Burdeos le dedicó a Goya esta calle en 1920.

Museo de Bellas Artes

Lugar # 15 | Cours d'Albret 20 | 33000 | Burdeos

Alberga la única prueba existente de la litografía Corrida de toros y uno de
los pocos juegos de la serie Los toros de Burdeos.

Cementerio La Chartreuse

Lugar # 16 | Place du 11 de novembre | 33000 | Burdeos

El cenotafio de Goya recuerda que el artista recibió sepultura en este cementerio junto a su consuegro Martín de Goicoechea.

La anécdota

En la última casa en la que habitó Goya con su familia, la hoy sede del Instituto Cervantes de Burdeos, había un piano que Goya había alquilado para que Rosario Weiss, la hija de su compañera y probablemente también suya,  pudiera practicar  pues había empezado a estudiar solfeo. Goya había sido un gran aficionado a la música y, aunque se había quedado sordo muy joven, en una ocasión en la que su amigo, el joven pintor Antonio Brugada, estaba al piano, según cuenta éste, el genio se acercó y posó sus manos sobre las cuerdas esperando distinguir en vano los acordes. «Nada, nada», exclamaría con desaliento, volviendo a su sitio al comprobar que tan sólo sentía la vibración de las cuerdas. La vida en Burdeos, o más bien la muerte de Goya en la ciudad francesa, está llena de interrogantes, misterios y otras anécdotas. A ciencia cierta no se sabe porqué Goya se instaló en Burdeos, si murió como consecuencia de una caída por las escaleras en su última morada y mucho menos se sabe del paradero de su cabeza, que no  apareció en su sepultura cuando fue reabierta para trasladar los restos del pintor a Madrid.

La sugerencia

El chocolate era la bebida española por excelencia para degustar en compañía y por puro placer hasta finales del XIX. Goya y el grupo de liberales españoles exiliados en Burdeos fueron fieles a esta costumbre, tomándolo espeso y mojando pan o pasteles en él. Muy cerca de la plaza de la Bourse se puede, hacer un alto en el recorrido de esta ruta, y tomarlo al gusto español en el salón de té «Ailleurs à Bordeaux», en la bonita Place du Parlament. Hay que indicar expresamente que se lo sirvan espeso. Más allá de los aromas, para encontrar el espíritu de Goya en Burdeos, o al menos su imagen, se recomienda visitar la rue Mably, entre la iglesia de Notre Dame y la Cour Mably, en donde se erige una estatua de Goya. En la fachada del Instituto Cervantes luce un medallón del artista y en el cementerio de la Chartreuse un interesante cenotafio sobre la que fue su tumba.