En su años de residencia en París, Vargas Llosa, como Julio Cortázar, trabajó de traductor para la Unesco, experiencia que utilizó en su novela Travesuras de la niña mala. Escribió el prefacio a una antología de Cortázar, publicada en la «Colección de Obras Representativas» de la Unesco, y colaboró en El Correo de la Unesco.
«La Unesco se enorgullece de haber contribuido, aunque sea de muy modesta manera, a su inspiración literaria (Irina Bokova, directora general de la Unesco)».