Los cafés y bares del eje Vavin eran los lugares de encuentro en los que los artistas de los años veinte venían a conocer a sus pares.
«¡La Rotonda!… hipogeo ambiguo, tablero iridiscente, ruidoso alvéolo de sarna cosmopolita. He aquí el café sonoro, amado de los artistas, de los vagabundos, de los snobs y de las faldas inciertas, entre Mimí y Margarita, entre griseta y garçonne…»
César Vallejo, Artículos y crónicas completos