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El cenotafio de Goya recuerda que el artista recibió sepultura en este cementerio junto a su consuegro Martín de Goicoechea. Cuando en 1886 se procedió a la exhumación de sus restos para trasladarlos a la ermita madrileña de San Antonio de la Florida, se descubrió que había desaparecido la cabeza del difunto, que quizá fuera entregada a la ciencia para su estudio…
«A la izquierda, cerca de un ataúd de zinc completamente deformado, los restos de un coloso con una gran espina dorsal encorvada, enormes tibias…no se podía dudar un instante, era la que quedaba del célebre pintor cuya estatura, contrariamente a la de su compatriota, era notablemente alta y poderosa. Pero nuestra emoción fue grande, los enterradores no encontraron más que una cabeza, la de Goicoechea, confundida entre los restos de su cuerpo…La cabeza de Goya había desaparecido, ¿la había sustraído una mano sacrílega? ¿dónde, cuándo y cómo?», Gustave Labat (Actas de la Academia de Burdeos)