En París, durante el verano de 1961, tal una aparición, Aura cobra vida en la imaginación del joven Carlos Fuentes, que escribe febrilmente el inicio de su relato, inmerso en otra febrilidad, la periodística del distrito VIII:
Cinco, por lo menos cinco, fueron las brujas que parieron inconscientemente a Aura durante aquellas mañanas de su redacción inicial en un café cerca de la rue de Berri por donde pasaban, más o menos apresurados y apesadumbrados por la actualidad más urgente, K. S. Carol el escéptico, Jean Daniel el interrogante, Françoise Giroud la vibrante, rumbo a la redacción de L’Express, la entonces gran revista que ellos hacían contra las bombas y las censuras y con la cercanía —es alucinante pensarlo hoy— de sus colaboradores Sartre y Camus, Mendès-France y Mauriac.
(Carlos Fuentes, «Cómo escribí algunos de mis libros», Sábado, 257, Unomásuno, 9 de octubre de 1982)