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La vivienda del tercer piso de este edificio dieciochesco, hoy sede del Instituto Cervantes, fue la última morada de Goya en Burdeos. Aquí inició, y no concluyó, el retrato de su amigo y vecino de escalera, Pío de Molina, y aquí muere, según algunos biógrafos de resultas de una caída por la escalera, el 16 de abril 1828, contando 82 años de edad. La placa de bronce de la entrada, obra de Mariano Benlliure, y la lápida del patio, un encargo de Zuloaga, recuerdan su estancia.
«Molina y Brugada le vieron morir y yo estuve en el cuarto hasta dos minutos antes, pero desde las 12 me faltaron las fuerzas para arrimarme a su cama a causa de la respiración fuerte del vientre; pues a las 12 y media acabó tan sereno y se quedó como el que duerme y hasta el médico se asombró de su valor, dice éste que nada padeció, pero yo vacilo», carta de Leocadia a Moratín, abril 1828 (Jacques Fauqué y Ramón Villanueva Echevarría, Goya y Burdeos. 1824-1828, Ed. Oroel, 1982)
