Este antiguo puerto destinado a los buques mercantes y a los transatlánticos se situaba a 60 kilómetros río abajo de Burdeos, en el próspero viñedo del Médoc y a orillas del estuario de la Gironde. Por aquel puerto transitaban cuantos exiliados republicanos deseaban probar suerte en Latinoamérica. Llegaban allí en tren desde Burdeos y hasta el mismo muelle.
En Tompeloup se verificó uno de los episodios más míticos del exilio español, gracias al protagonismo del gran poeta universal Pablo Neruda. Gracias a sus incansables esfuerzos, logró fletar y habilitar un vapor francés para el transporte de personas. Allí fue donde se forjó la odisea del Winnipeg. Tras convencer al presidente chileno Aguirre Cerda para que aceptase acoger a miles de republicanos, Neruda, ayudado por el SERE (Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles) y tras un sinfín de peripecias, logró el viaje hasta Valparaíso de 2365 exiliados el 4 de agosto de 1939.
“Ese gobierno del Frente Popular de Chile decidió enviarme a Francia, a cumplir la mas noble misión que he ejercido en mi vida: la de sacar españoles de sus prisiones y enviarlos a mi patria (…).” Pablo NERUDA, Confieso que he vivido, 1973.
“Pablo Neruda descendió con el sombrero en la mano del automóvil que le había trasladado desde Burdeos hasta la localidad de Pauillac, en el estuario de la Gironda, y se quedó extasiado contemplando la silueta alargada del Winnipeg. Estaba anclado en el muelle de Trompeloup, con las chimeneas echando humo y el casco oscuro, recién calafateado y pintado, listo para cruzar el Atlántico.” El País, “El rescate de Neruda” 8/01/2006