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En la Iglesia de Notre Dame, convertida en “Templo de la Razón” por los revolucionarios, Tallien leyó el famoso discurso sobre la educación escrito por Teresa Cabarrús y dirigido a las mujeres. Allí estaba ella a su lado junto a las autoridades. Solemne y orgullosa pensando que hacía solamente tres semanas que aún estaba prisionera en la Prisión de Hâ. El acto oficializa su relación con Tallien.
El templo estaba a rebosar. Nadie quería perderse la alocución del mensaje firmado por la ciudadana Cabarrús-Fontenay. Ella defiende los valores de los futuros pedagogos respecto a los jóvenes: la escuela republicana, laica y sin castigar a los niños. Y afirma: “evitad a los niños de este nuevo régimen todas las fórmulas escolásticas y pedantes; que el latín no sea un principio exigido en la educación de los jóvenes estudiantes; que aprendan antes que nada la lengua correcta de su país; para que cuiden su pronunciación, se expresen en público con gracia y facilidad y que expresen sus ideas sin pompa y sin lujos, etc.” Y añade “los niños pertenecen al Estado antes que a sus padres”. Orgullosa de defender los principios de la Revolución, Teresa envía su discurso al Comité de Salud Pública, como un salvoconducto para su integridad. Al finalizar la ceremonia un coro entona el Himno a la Libertad.
“Llevaba un traje de amazona en casimir azul con botones amarillos y lazos rojos. En su bella cabellera negra, cortada al estilo Titus, llevaba rizos alrededor de su rostro. Y de un lado se había puesto un gorro de terciopelo rojo. Estaba admirablemente bella”. Memorias de la duquesa de Abrantes sobre el aspecto de Teresa en el acto.
