Compartir 
Joaquín Rodrigo conoció a Manuel de Falla en la clase de Paul Dukas al poco de su llegada a París. Desde este momento, Falla fue una figura importante en la carrera del joven compositor a quien ayudó en muchas ocasiones, este encuentro supuso el inicio de una gran amistad.
«Una mañana del mes de marzo de 1928, estando Joaquín Rodrigo y sus compañeros en la clase de Paul Dukas, sonaron unos golpes en la puerta del aula y, a continuación, todos se volvieron. El director entró acompañado de un señor calvo delgado, muy serio, que vestía de oscuro con una corbata de pajarita. Paul Dukas se levantó, inmediatamente del piano y se acercó a saludar a aquel señor con una simpatía y efusión que sorprendió a sus alumnos por ser algo muy raro en él. Se trataba del compositor español Manuel de Falla.(…) Al terminar la reunión, Paul Dukas pidió a Rodrigo que se quedara un momento, porque quería presentarlo personalmente a Manuel de Falla. La emoción del joven Rodrigo fue enorme.
Intercambiaron unas frases de cortesía y se despidieron.
Unos días después, Dukas le dijo a Rodrigo que Falla quería hablar con él y le dio las señas del Hotel donde se hospedaba. Joaquín se presentó, acompañado como siempre de su fiel compañero Rafael, en el Hotel London Palace, en el número 32 del bulevar de los Italianos, que a pesar de su nombre algo pomposo era un hotel bastante modesto. Había elegido aquel hotel cerca de la Ópera Cómica porque se iban a representar en este teatro sus obras «La vida Breve», «El amor brujo» y «El retablo de Maese Pedro»»
Carlos Laredo Verdejo: Joaquín Rodrigo
