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En 1992, esta galería de arte, se realizó el más grande homenaje a Julio Ramón Ribeyro en París, ideado por el escritor y periodista peruano Alfredo Pita, tal como lo cuenta en este fragmento de sus Memorias inéditas: Durante una semana, en la Galería Trois Mailletz, en el Barrio Latino, él fue el centro de un homenaje entusiasta a un escritor vivo como pocas veces se ha visto en París. En las lecturas y mesas redondas desfilaron jóvenes escritores peruanos y latinoamericanos que leyeron fragmentos de sus trabajos, escritores maduros que elogiaron al colega, profesores estudiosos de la obra ribeyriana, que hablaron para un público muy interesado, tan numeroso algunas noches que mucha gente se quedó en la puerta por la falta de espacio y sillas. Creo que fue la primera vez que en Julio caló la idea de que era muy popular, de que tenía lectores devotos y casi fanáticos. En paralelo, en los muros y espacios de la Galería, otros amigos suyos, pintores y escultores de renombre, que él autorizó, exhibieron su obra en una notable muestra colectiva. El homenaje de despedida a Julio fue algo grande y se transformó, por decirlo de algún modo, en un pequeño festival de la creatividad peruana.
[En 1992] yo tenía 26 años y él 63. Para mí, contar con la amistad de un escritor al que tanto admiraba era un privilegio extraño e incomprensible. Los mejores recuerdos de Ribeyro los tengo de ese año, sin duda uno de los más prolíficos. Y para celebrar la buena cosecha, un grupo de muy queridos amigos entre los que se encontraba Alfredo Pita y el filósofo Fernando Carvallo, decidimos organizarle un gran homenaje que sirviera, a la vez, de presentación de los nuevos libros. Tras dar algunas vueltas elegimos la Galerie Mailletz, un bello lugar en la esquina de la rue du Petit Pont y la rue Saint-Jacques, adjunto al bar Les Trois Mailletz (…). El propietario, Jacques, un francés de origen chileno, estuvo de acuerdo en importar del Perú varias cajas de libros y en pagar los pasajes de tren y los hoteles de algunos amigos históricos de Ribeyro, como el poeta peruano Leopoldo Chariarse, que vivía en Alemania, o el pintor Herman Braun, cuyo retrato de Ribeyro debía presidir el acto. Alfredo Bryce Echenique, sin duda su más querido amigo, no pudo ser convocado, pues estaba en Lima, y los recursos de Jacques no llegaban a tanto. La noche del homenaje fue apoteósica. La Galerie Mailletz, a reventar, debió trae del bar a dos de sus gorilas para impedir que entrara más gente (…)
(GAMBOA, Santiago, Prólogo a La Tentación del Fracaso, Barcelona, Seix Barral, 2003, p.12)
