La notoriedad de Darío en el ámbito hispanoamericano es tal que periódicamente circulan cablegramas de prensa con los más disparatados rumores a su respecto: ya que renunció a la nacionalidad nicaragüense, ya que está aquejado de parálisis, ya que acaba de fallecer. En 1906, Luis Bonafoux lo va a visitar a la casa de la calle de Marivaux para ver cómo se encuentra tras el supuesto ataque de parálisis. Darío, en perfecta salud, lo conmina a compartir un whisky con soda.
Y me volví a París. Me volví al enemigo
Terrible, centro de la neurosis, ombligo
De la locura, foco de todo surmenage
Donde hago buenamente mi papel de sauvage
Encerrado en mi celda de la rue Marivaux,
Confiando sólo en mí y resguardando el yo.
¡Y si lo resguardara, señora, si no fuera
lo que llaman los parisienses una pera!
Rubén Darío, Canto Errante o Epístola a la señora de Leopoldo Lugones
En otra ocasión fui a visitarlo a su nuevo apartamento de la rue Marivaux, frente al costado de la Ópera Cómica, su compañera Francisca Sánchez del Pozo me dijo que estaba enfermo y que en ese momento dormía.
Francisco Contreras. Rubén Darío. Su vida y su obra.