Uno de los lugares dispersos que señalan el vago deambular de Horacio por París.
«O entrar a una pissotière de la rue Médicis y ver a un hombre que orinaba aplicadamente hasta el momento en que, apartándose de su compartimento, giraba hacia mí y me mostraba, sosteniéndolo en la palma de la mano como un objeto litúrgico y precioso, un miembro de dimensiones y colores increíbles, y en el mismo instante darme cuenta de que ese hombre era exactamente igual a otro (…) que había disertado sobre tótems y tabúes».
Rayuela (capítulo 1)