En la rue de Bièvre, entonces menos aburguesada que ahora, Carlos Fuentes vivió con intensidad el año 1973 mientras tenía como vecino al futuro presidente de Francia, François Mitterrand.
Yo conocí a Mitterrand cuando Sylvia y yo habitábamos su misma rue de Bièvre en el año 73. Callecita estrecha, popular y magrebina, viejo canal de castores entre el Boulevard St Germain y el Quai de la Tournelle, calle con cierta memoria literaria (allí vivió Dante e inició la redacción de la Comedia; también el rey de los techos de París, el novelista y aventurero nocturno Restif de la Bretonne).
Gracias a la rue de Bièvre y su olor a cuscús y su cante jondo arábigo frente a mis ventanas, me atreví a organizar el final de Terra Nostra. Más importante: allí nació mi hijo.
(Carlos Fuentes, «Un día de mayo (II)», ABC, 22 de enero de 1984)