La rue de Seine, el quai de Conti y el Pont des Arts son los tres lugares de París con los que comienza la novela y en los que Horacio solía encontrarse a la Maga.
«¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua. Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico».
Horacio cita también a la vecina Biblioteca Mazarine, la más antigua de Francia que se ubica al lado del arco del mismo Quai (muelle) del Sena, cuando piensa en tareas absurdas.
«Acabaremos por ir a la Bibliothèque Mazarine, a hacer fichas sobre las mandrágoras, los collares de los bantúes o la historia comparada de las tijeras para uñas» (capítulo 15)
(Capítulo1; se repite con las mismas palabras en el capítulo 21)