
A su llegada a Burdeos, en 1824, Goya se alojó en esta mansión, que entonces era un internado para jóvenes españoles. Fue huésped por unos días del director Manuel Silvela y de su gran amigo Leandro Fernández de Moratín, exiliados en la ciudad por su apoyo a la causa afrancesada y liberal.
Llegó en efecto Goya, sordo, viejo, torpe y débil, y sin saber una palabra de francés, y sin traer un criado (que nadie más que él lo necesita) y tan contento y tan deseoso de ver mundo. Aquí estuvo tres días; dos de ellos comió con nosotros en calidad de joven alumno. Le he exhortado a que vuelva para septiembre y no se enlodacine en París y se deje sorprender del invierno, que acabaría con él…
(Carta de Moratín a Antonio Melón, junio 1824. Epistolario de Leandro Fernández de Moratín, René Andioc [ed.], 1973)
Sería interesante verificar si durante su estancia en París, D. Francisco de Goya mantiene relaciones sospechosas que su empleo en la corte harían todavía más inconvenientes. A este efecto le rodeará de vigilancia atenta, pero desapercibida.
(Expediente de Goya en el Ministerio del Interior francés, junio 1824. Goya y Burdeos. 1824-1828, J. Fauqué y R. Villanueva Echevarría [eds.], 1982)