
Llamada entonces plaza de la Revolución, aquí se alzaba la guillotina. En ella rodó la cabeza de Andrés María de Guzmán el 5 de abril de 1794, junto a la de su amigo Danton. Pocos meses después, el 28 de julio, aquí sería guillotinado también el mismo que había propiciado sus muertes: Robespierre.
«Mi nacimiento me había colocado entre los grandes de España pero sentíame el alma hecha para disfrutar del precioso don de la libertad y fue con la esperanza de gozarlo plenamente que vine a Francia hace años». Tales fueron las últimas palabras de Guzmán antes de su condena.
(Los españoles en la Revolución francesa, Miguel S. Oliver)