
Otros trazados de la relación de Horacio y la Maga.
Comíamos hamburgers en el Carrefour de l’Odeon, y nos íbamos en bicicleta a Montparnasse, a cualquier hotel, a cualquier almohada. Pero otras veces seguíamos hasta la Porte d’Orleans, conocíamos cada vez mejor la zona de terrenos baldíos que hay más allá del boulevard Jourdan, donde a veces a medianoche se reunían los del Club de la Serpiente para hablar con un vidente ciego, paradoja estimulante.
(Capítulo 1)