Sin lugar a dudas, además de un gran escritor, Cortázar fue un grandísimo lector. En esta librería se abasteció durante décadas de la mejor literatura y asimismo satisfizo los pedidos que sus amigos le cursaban desde la lejana Buenos Aires. En una oportunidad parece que medio lo engañaron con un suplemento sustraído de su compra, y exclamó graciosamente en una carta que la tienda, más que La Hune, debiera ser rebautizada como Los hunos.
«Ayer estuve en La Hune, mirando libros, y naturalmente lamenté no tener plata para comprarme brazadas de cosas. Hay unas postales con reproducciones de cuadros pintados por niñas italianas, de una cierta escuela a lo Olga Cossetini, que son extraordinarias. ¿Las quieres? Si te interesa, te las mando».
De una carta a María Rocchi de Jonquières, 24 de agosto de 1952