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Balzac (1799-1850) fue el único «amigo» para Carlos Fuentes a su llegada a París en 1950, y su obra, la «guía» que el escritor mexicano empleó para conocer la ciudad.
Cuando llegué no tenía ningún amigo, solo a Balzac. Me paseaba leyéndole (…) Quería a Balzac como guía de una ciudad porque leyendo a Balzac daba un alma a París. París como lealtad y como traición. París como gloria y como amor.
En su discurso de agradecimiento en el Ayuntamiento de París al recibir en mayo de 2010 la medalla Grand Vermeil, al referirse a Balzac como su «cicerone» parisino, Fuentes menciona una antigua pensión que según el gran escritor francés se ubicaba en esta esquina, entre la rue Neuve-Sainte-Geneviève (actual rue Tournefort) y la rue du Pot de Fer, en la que todavía hoy en día puede verse el antiguo nombre de la vía marcado en la piedra de un antiguo edificio.
En el rincón mismo de la rue du Pot de Fer y de la rue Tournefort, se encuentra lo que fue la pensión de Madame Vauquer, una mujer, nos dice Balzac, tan odiosa como una fiebre tifoidea.
(Carlos Fuentes, «Discurso pronunciado en el Ayuntamiento de París 26-05-2010»)
