El apartamento del arquitecto Hernán Vieco fue centro de reunión de los colombianos residentes en París. Fue Vieco quien le rescató a Gabriel García Márquez cuando sus visitas diarias a la oficina de correos para ver si había llegado algún cheque, resultaron, finalmente, vanas, y no podía cancelar sus deudas en el Hôtel de Flandre. Irónicamente, el edificio que se veía desde las ventanas de la casa en que vivía Vieco era la Moneda de París, cuya entrada principal está en el cercano Quai de Conti, al final de la calle Guenegaud.
En aquella época, Vieco, quien era discípulo de Le Corbusier, trabajaba sobre el diseño y construcción de la Unesco.
«Mi Gabriel, que se sabía todos los vallenatos de Escalona y era feliz cantándolos mejor que nadie en la casa de Vieco en la rue Guénégaud y que el otro día, 52 años después, le oí cantar en casa de nuestro común amigo Paco Ibáñez en Barcelona, y lloré de emoción lo mismo que lloré en Estocolmo oyéndoselos al autor en la gran fiesta del Nobel».
Tachia Quintana de Rosoff, «Mi Gabriel nunca fue Gabo», Gabo en París. Homenaje 2007 (París, Embajada de Colombia, 2007).