En 1900 Darío es enviado por el diario argentino La Nación a cubrir la Exposición Universal. La primera noche, Gómez Carrillo y Darío celebran el reencuentro en el café Cyrano, que veinte años después se convertirá en el cuartel general de los surrealistas. En París me esperaba Gómez Carrillo y me fui a vivir con él, el número 29 de la calle Faubourg Montmartre.
Carrillo era ya gran conocedor de la vida parisiense. Aunque era menor que yo, le pedí consejos.
«¿Con cuánto cuenta usted mensualmente?» me pregunta. «Con esto», le contesté, poniendo en una mesa un puñado de oros de mi remesa de La Nación, Carrillo contó y dividió aquella riqueza en dos partes; una pequeña y una grande. «Esta, me dijo, apartando la pequeña, es para vivir: guárdela. Y esta otra, es para que la gaste toda». Y yo seguí con placer aquellas agradables indicaciones, y esa misma noche estaba en Montmartre, en una boîte llamada Cyrano, con joviales colegas y trasnochadores estetas, danzarinas, o simples peripatéticas.
Rubén Darío, La vida de Rubén Darío contada por sí mismo