Vicente Huidobro vivió en París en el número 41 de la rue Victor Massé, lugar mítico que aparece hasta en tres libros distintos de Jorge Edwards:
»Llegué al departamento de Victor Massé, calle donde vivió en una de sus llegadas a París el Maestro, Huidobro, dobde recibió, según cuentan las crónicas, a Guillaume Apollinaire con la cabeza vendada y en compañía de una señorona de perla en el escote» (El origen del mundo, p. 142)
«Vicente, el novillo, el recién destetado, te invitó en esos meses a una cena en su departamento de la calle Victor Massé, en Montmartre. El dice por ahí, en una carta escrita con encono, que nunca te invitó, que te presentaste de improviso, sin anuncio previo, hacia las doce de la noche. Vaya uno a saber. Me atengo, al menos por ahora, a la versión tuya. Huidobro debe de haber estado esa noche en compañía de Manuela Portales, su primera mujer. En la cena, contaste, había un hombre grueso, de mediana estatura, forrado en la cabeza con un vendaje blanco que parecía un escudo, un emblema, un casco de semidiós antiguo, acompañado de una señora también gruesa, frondosa, bien formada, de piel blanca, de perlas en el generoso escote. Era un poeta francés de origen polaco, húngaro, ruso, no captaste muy bien, cuyo nombre de pluma era Guillermo Apollinaire y que había escrito un hermoso poema a una bella pelirroja, a una bonita colorina, como diríamos nosotros, además de una canción al puente Mirabeau y de otros versos admirables, donde hablaba, por ejemplo, de los bellos obuses parecidos a las mimosas en flor» (El inútil de la familia, Alfaguara, pp. 186-187)
«Y otro viejo cronista y escritor chileno, aquejado de la enfermedad de los metecos latinoamericanos, bautizada por él mismo de «parisitis», mi pariente Joaquín Edwards Bello, cuenta que la casa del joven matrimonio Huidobro, en el número 41 de la calle Victor Massé, a pocos metros del centro pecaminoso de la plaza Pigalle, se convirtió muy pronto en un salón literario de vanguardia. El cronista recuerda haber cenado ahí, por el año 1917, con uno de los fundadores de la poesía moderna, Guillaume Apollinaire, que llegó vestido de soldado, con una venda en la frente, poco después de haber sido «trepanado al cloroformo», como diría en un poema célebre, y acompañado de su mujer, que Edwards Bello describe como «tipo de dame de monde gruesa y con collar de perlas en el escote»
(«Huidobro y los esclavos de la consigna» en La otra casa, UDP, p. 72)