La editorial Garnier, fundada en 1833 en las arcadas del Palais-Royal, se había trasladado en 1853 al n.º 6 de la calle des Saints-Pères, en la esquina con la de Lille, en pleno Barrio Latino. En esa editorial, en 1895, había aparecido un Diccionario enciclopédico de la lengua castellana en dos volúmenes, dirigido por Elías Zerolo. Garnier, con Zerolo al frente y Gómez Carrillo como introductor de los recién llegados, era el refugio de cuantos españoles arribaban a París en la confluencia de los dos siglos y buscaban un modo digno de subsistencia. Los hermanos Machado, por ejemplo, la frecuentaron durante su primera estancia parisina. Y también, claro está, allí se acercó Baroja, aunque nunca llegó a trabajar en ningún proyecto editorial de Garnier:
Dos o tres días después, viendo que todos los proyectos de mi amigo Campos eran completamente baldíos, fui a visitar a un don Elías Zerolo, que era director de la Casa Garnier de las ediciones españolas. Había dirigido un diccionario, en donde habían trabajado Sawa, Fuente, Bonafoux, Gómez Carrillo, Román Salamero y otros. Estaba muy quejoso contra ello. Era un hombre muy apocado y muy nervioso.
(Pío Baroja, Desde la última vuelta del camino)